Sin wifi

Viernes, 6 de noviembre de 2015

Un bar de la ciudad de Barcelona ha decidido dar el primer paso: «Wifi no conectado (gente)». Es un lugar bonito, pequeño y tranquilo. Me dicen que apuestan por gente que vaya a tomar un café y hablen entre ellos, toda una temeridad (como negocio) hoy en día. Pero… ¿y si son más modernos de lo que creemos?

He leído por ahí que va cogiendo forma un movimiento que algunos califican como «el apagón digital» o «retorno a lo analógico». Dicen que hay personas que apuestan por desconectar, se dan de baja DE TODO en las redes y pasan de compartir, recomendar, etiquetar y todo eso que nos hemos inventado y que nos ocupa la mayoría de nuestro tiempo.

Personas que borran todo su historial, todas las pistas y empiezan a recuperar una «nueva individualidad», una libertad de movimiento sin estar geolocalizados. Los nuevos analógicos sencillamente usan la tecnología para currar, para sus necesidades básicas y luego «viven» las cosas como se hacía antes. Recuperan las charlas sin mirar cada tres minutos el teléfono, los paseos y viajes (sin fotos), el silencio, las comidas con los amigos, la lectura o el sencillamente no hacer nada. Unos locos, vamos.

(Nota: en el bar les preguntan si «people» es la contraseña)

Sin wifi

Mi móvil y yo

Martes, 28 de enero de 2014

Si Juan Ramón Jiménez viviera en la época actual, quizás hubiera cambiado su clásico «Platero y yo», para pasar a llamarlo «Mi móvil y yo». No estoy seguro, por cierto, de quién sería el burro pero me temo que los humanos del siglo veintiuno tendríamos todos los números. Me refiero a que nuestro comportamiento con el teléfono en las manos, constantemente, nos ha convertido en dependientes del aparatito, en borregos tecnológicos. O bien lo usamos y consultamos todo el rato o nos tocamos el bolsillo para confirmar que lo llevamos encima. Un tic en toda regla.

Un estudio reciente asegura que los españoles consultamos el terminal una media de ciento cincuenta veces al día. Pocas me parecen. Conozco a gente que multiplica por dos la cifra, solo hay que fijarse en ellos un rato y sacar tus propias conclusiones. Yo mismo creo que soy de ese grupo y ya es el momento de salir de la carcasa. Sí, soy adicto a eso. ¿Ustedes no? Cuantas más funciones le van adjudicando al aparatito, más dependiente me vuelvo. Nos tienen acorralados y lo saben. Tengo una relación de amor/odio con él. Lo peor fue que le pusieran una cámara de fotos. Para un servidor, literalmente enganchado a la captura continua de imágenes, ha sido magnífico y terrible a la vez. Veo fotos todo el rato y… ¡las puedo hacer e incluso retocar y ya no te digo lo de compartir! Un desgraciado, vamos. Recuerdo que primero me afeaban la conducta, me llamaban la atención, pero más tarde todo el mundo se comportaba igual y la excepción pasó a ser norma.
¿Dónde iremos a parar? Solo Apple y Samsung lo saben. Y los chinos, que, según dicen, van a sacar teléfonos como churros. Más completos y más baratos. Llegará un momento en que no nos miraremos a la cara y a la pregunta de «¿cómo estás?» (una pregunta en desuso por cierto), contestaremos: «espera un momento, que lo miro en el móvil». Tendremos una aplicación de esas gratuitas pero que luego tienes que pagar por todo, que nos dirán cómo estamos exactamente basándose en toda la información de la que dispone: qué paginas hemos visitado, quién nos ha llamado y para qué, qué mensajes hemos intercambiado, de qué tono eran y más, mucho más. Da un poco de miedo, ¿no? Tanto como el mayordomo Siri, con el que mucha gente ya tiene estrecha relación. Tan efectiva como inquietante. El otro día vino un mago fantástico al programa e hizo un truco con la ayuda del propio Siri. No te digo más.

Ahora la gente ya no queda como antes para cenar. Ahora la gente asiste en persona pero con la compañía de su terminal, que debe colocarse encima de la mesa, como los cowboys hacían con sus revólveres. Hay que ir armado. De esta manera, cuando el amigo se excusa para ir al baño, tú aprovechas para consultar Twitter, Instagram, Facebook o algún tema que ha quedado pendiente. ¿Para qué sirve el foro de Davos?, por ejemplo. Regresa tu amigo y te sientes más tranquilo. No se puede fumar en los locales, vale, pero su puede uno infoxicar el cerebro con datos y datos y datos e imágenes de todo tipo. Yo creo que el propio cerebro pensará: «Sí, sí, tú dame toneladas de datos, que yo no me voy a acordar de nada luego». Una especie de fast food de información, chuches pixeladas sin proteína, ni alimento ninguno. Mirar por mirar.

No hay vuelta atrás. En el cumpleaños de Michelle Obama prohibieron los teléfonos en la Casa Blanca. No lo hicieron por cuestiones de seguridad. Yo creo que lo hicieron para que la gente hablara entre sí y evitar la imagen de un Obama solo en un sillón jugando al Tetris.

«El Berenjenal» en Interviú.

Ditofuente

Jueves, 13 de diciembre de 2012

Dito Von Tease, es el alma creativa detrás de Ditology, el alter ego de un director de arte italiano que tiene como obsesión plasmar en las yemas de los dedos índice caras de las más conocidas, desde Mao Tze Tung hasta Mozart.

Toda una pasión y obsesión que le brotó al crear su avatar de Facebook en un dedo. Ya lo dije un día que todos los caminos conducen a Facebook, una prueba más: Dito on Facebook.
 
Así que, con un descubrimiento de esta talla no me pude aguantar de proponerle a Dito un «ditology» a medida. Y este fue el resultado. ¡Increíble, un crack Dito!
Grazie mille artista!

Ditofuente