La posteridad

Jueves, 29 de mayo de 2025

Interior baño. Restaurante de menú en Barcelona. Un restaurante digno pero modesto. Si haces el ejercicio de sentarte en la taza del wáter y mirar al frente (algo habitual), descubrirás un póster con una fotografía de Marilyn Monroe obra de Milton H. Green.

La pieza ha aguantado el paso del tiempo como ha podido. Ya no tiene cristal, el marco está desencajado pero la imagen sigue ahí, imperturbable, ajena a su indecorosa ubicación, con una Marilyn desafiando el paso del tiempo, pura sensualidad íntima e intransferible.

Pensé que eso debe ser la posteridad: seguir vigente como si tal cosa, pese a todo y pese a todos. También pensé que quizás la palabra “póster” venga de ahí, de posteridad.

Interior del baño

Sin wifi

Viernes, 6 de noviembre de 2015

Un bar de la ciudad de Barcelona ha decidido dar el primer paso: «Wifi no conectado (gente)». Es un lugar bonito, pequeño y tranquilo. Me dicen que apuestan por gente que vaya a tomar un café y hablen entre ellos, toda una temeridad (como negocio) hoy en día. Pero… ¿y si son más modernos de lo que creemos?

He leído por ahí que va cogiendo forma un movimiento que algunos califican como «el apagón digital» o «retorno a lo analógico». Dicen que hay personas que apuestan por desconectar, se dan de baja DE TODO en las redes y pasan de compartir, recomendar, etiquetar y todo eso que nos hemos inventado y que nos ocupa la mayoría de nuestro tiempo.

Personas que borran todo su historial, todas las pistas y empiezan a recuperar una «nueva individualidad», una libertad de movimiento sin estar geolocalizados. Los nuevos analógicos sencillamente usan la tecnología para currar, para sus necesidades básicas y luego «viven» las cosas como se hacía antes. Recuperan las charlas sin mirar cada tres minutos el teléfono, los paseos y viajes (sin fotos), el silencio, las comidas con los amigos, la lectura o el sencillamente no hacer nada. Unos locos, vamos.

(Nota: en el bar les preguntan si «people» es la contraseña)

Sin wifi

No insistas

Jueves, 14 de marzo de 2013

¡Es que la gente es muy pesada! Tú sales de un museo y, de repente, te ataca una necesidad enorme de ir al baño. No puedes volver al museo. Has aguantado mucho rato, pero ya no puedes más. Se activan tus radares con el objetivo de encontrar un sitio cerca. Se te acaba el tiempo, una especie de alien te aprieta desde tu interior (bajo vientre, concretamente) y andas medio torcido. Hasta te cambia el carácter.

Por fin, encuentras un bar, te abalanzas sobre él pero cuando ya estás a punto de entrar en los servicios, este cartel actúa como un mazazo sobre tu sistema de contención de líquidos. No solo te acuerdas que su uso está reservado para clientes sino que, además, añade que «no insistas». Lo encontré en Cartagena e imaginé un continuo ir y venir de personas «necesitadas» y el hartazgo de su propietario. Pedí un agua (lo que me convirtió en cliente) y gocé del placer de vaciar todo lo que llevaba dentro. Ya más calmado, al salir, me di cuenta de que era el de señoras.

«Fotodiario» en El Periódico

No insista

El abridor de Antonio

Jueves, 31 de enero de 2013

Antonio es un veterano camarero. Ha visto de todo… Bares, restaurantes, bodas, actos, nada se le resiste a Antonio. Cuando se abrocha la chaquetilla y se peina hacia atrás, se ve capaz de todo. Solo hay una cosa que no soporta, y es que le cojan el abridor y no se lo devuelvan. Eso no. «Eso es una falta de respeto», sostiene. Por eso, escribió su nombre y lo pegó en la parte trasera del modesto abridor de propaganda. Era su manera de «marcar» el territorio. Antonio: si lo buscas, lo tengo yo. Así nadie te lo cogerá.

«Fotodiario» en El Periódico

El abridor de Antonio

Cabreados

Viernes, 18 de enero de 2013

Entro en un bar a las ocho de la mañana para beberme cuatro cafés. Lo que sea para despertar. Me recibe una acalorada discusión entre clientes. Todos a grito pelado. Bueno, en realidad no es ninguna discusión porque están todos de acuerdo. Se trata de una, digamos, exposición airada de argumentos. Una rajada matinal, vamos. «Decían que iban a arreglarlo todo y ¿qué han hecho, eh? ¡Decidme qué han hecho!», pregunta retóricamente un señor mayor, blandiendo su muleta. «Se han arreglado ellos. Para nosotros, nada de nada», remata un agricultor, bocata en mano. «Como siempre», remacha otro. Sube el tono: «¡¡¡Ladrones!!!». «Eso, eso, ¡¡¡ladrones!!!». Recuerdo que son las ocho de la mañana y el propietario del bar me mira como diciendo: «Pues así todo el día y esto solo acaba de empezar».

Salgo del hemiciclo e intento encarar el día. Hace mucho tiempo se definía al español medio como un hombre bajito, moreno y cabreado. Yo diría que hemos vuelto a la antigua definición y por la puerta grande. Lo de bajitos es el peso de la paciencia que cargamos y morenos… bueno, estamos negros con la situación. Resumiendo: todos cabreados y todo el rato. A la que nos pinchan un poco.
P.D.: el tema de conversación era «el Gobierno actual», pero tiene múltiples aplicaciones. Prueben y verán.

«El Berenjenal» en Interviú.

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