Ausencia

Martes, 18 de septiembre de 2012

Debajo de la peluquería ya no vive nadie. Vamos, es que no puedes ni siquiera llamar. Y, si vive alguien, sin duda se trata de una persona muy retraída, introvertida, tímida, se diría que incluso invisible. ¡El piso del hombre invisible! No, no creo. Más bien han extirpado al primer (o último) vecino de la comunidad. Quizás se negó a ser presidente cuando le tocaba por turno. Ya sabemos que eso está muy mal visto. Bueno, no sabemos el motivo de la ausencia. Solo son elucubraciones domingueras ante una foto fruto de mirar las cosas muy de cerca. La vida está llena de pequeños detalles que nos pasan desapercibidos. Habría que mirar con la posición macro más a menudo.

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Ausencia

Los que trabajan

Miércoles, 12 de septiembre de 2012

Ya se les puede considerar unos afortunados en la España actual del descalabro, del desempleo como una plaga que no tiene nada de bíblica. La gente que trabaja (y cotiza) puede sentirse satisfecha. Así lo dice a las primeras de cambio. En un restaurante de A Coruña me pidieron una foto (llevaría ese día unas 200), pero cuando reparé en la imagen que tenía ante mí, me di cuenta de que ellos eran la foto. Sus rostros sonrientes a través del pasaplatos eran un rayo de luz en la situación actual. Sirva al menos como documentación para que en el futuro existan pruebas de que en 2012, en A Coruña, una gente estaba trabajando.

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Los que trabajan

Lo que antes fue un bar

Martes, 4 de septiembre de 2012

El polvo y el abandono van nublando el recuerdo del Marvan. Se acalla el rumor de un bar, con la de cosas que habrá vivido. Lo que se ha vivido y lo que se ha bebido. Todo desaparece y el neón, sin corriente eléctrica, es la metáfora perfecta de otra luz que se apaga en la noche.

Claro que con la corrección actual, los bares ya no son lo que eran. Ni se fuma, ni se grita, ni se confiesa uno. Todo muy limpio, con sus horarios, sus impuestos… Ya solo quedan buenos bares en los cuadros de Hooper. Aquellos que encerraban secretos, silencios y barras de madera done se apiñaban los pájaros solitarios. Ahora se impone lo aséptico y lo rentable. Y si sobrevives a todo eso, viene una subida del IVA y te tumba. Todo sea por aburrirnos.

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Bar Marvan

Una de mis fotos favoritas

Domingo, 2 de septiembre de 2012

John Lennon en una azotea de New York. Año 1974. El autor es Bob Gruen y esta es una de mis fotos favoritas de todos los tiempos.

Quizás no sea espectacular pero me atrapa. Lennon tiene «la culpa». El ex-Beatle (posiblemente la última gran figura del pop rock) vive tranquilamente en New York, pese a los intentos de los conservadores más rancios de negarle la residencia. Él luchará contra eso durante años. En New York encontró la paz, la tranquilidad, crió a su hijo y se alejó del volcán «The Beatles».

Hay un fantástico documental sobre él, en el que aparece Lennon andando por la calle. Un niño que juega a baloncesto lo ve y se le acerca preguntándole: «Eh, John. ¿Cuándo volverán los Beatles». «La semana que viene», le contesta. Humor inglés. También encontró su propia voz, su inspiración, empezó a grabar en solitario, hasta que un loco sin alma le arrebató la vida delante de su casa en el edificio Dakota. Hace poco han vuelto a pedir sin éxito la libertad para el asesino. Ya van siete intentos.

La camiseta que luce John es una declaración de principios. «Esta es mi ciudad», parece decir en silencio. Todavía puede encontrarse en las tiendas de souvenirs. Y Bob Gruen estaba allí. Un fotógrafo que retrató a centenares de músicos y que expone su obra por todo el mundo con orgullo. Como soy un mitómano, hace poco me hice con una copia firmada por Bob. Lennon me mira cada día en mi casa, recordándome que imaginar es muy sano, llevar la contraria todavía más y que crear algo (por pequeño que sea) es un placer para compartir. Y todo, en paz.

John Lennon

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