Videntes en televisión: recicladores de miedo

Viernes, 1 de febrero de 2013

Hace unos días me tocó dormir en un hospital como acompañante. Ya saben: esas camas diminutas que son sofás incómodos de día y potro de tortura de noche. Pero la tortura no era esa. Era peor, y apareció cuando puse la tele (muy bajita, claro) y presencié el desfile de videntes que ocupan la franja de la madrugada en televisión, a cual más estrafalario y con total impunidad. Vengo siguiendo el fenómeno con interés porque me gusta la tele, qué le voy a hacer, y todavía me gusta perder el tiempo dándole al zapping. Pero la otra noche todo me pareció especialmente grotesco, infumable, vergonzoso y yo diría que hasta delictivo.

De esto último no me hagan mucho caso, porque si no pueden pillar a un tío que se llevó 22 millones en negro a Suiza, cómo van a trincar a un iluminado que cobra por ver el futuro. Si eso, pedimos una auditoría externa, que siempre quedas bien. Bueno, a lo que iba: ¿se han percatado de la cantidad de frikis que aparecen en pantalla argumentando que tienen poderes? Recuerdo que pulsé una y otra vez el mando a distancia y ahí estaban. ¡Era infinito! Otro, otro, otro y otro… Intensos, falsamente cariñosos, con pelazo hasta la cintura, con túnica, sin túnica, con velas, con santos, con bolas, amanerados, en trance, enfadados, risueños… Los hay de todos los colores. Suelen estar acompañados de un presentador que subraya las hazañas con vehemencia y recuerda el número de teléfono una y otra vez. Porque ahí está el negocio. Aparentemente, funciona porque llama la gente.

¿Y cómo es esa gente? Pues son personas con miedo, con la incertidumbre en las venas. Gente sin mapas para seguir, apabullados por la realidad, seguramente sin buenos amigos, gente perdida que… ¡se lo cree! Y ellos, ese ejército de cantamañanas o cantamadrugadas, les sueltan una obviedad a medida, y la pasta a la saca. Son recicladores de miedos.

Todo lo que vi me pareció de una miseria intelectual apabullante y me acordé de aquellos tiempos en los que se nos dijo que la TDT era un salto necesario a la modernización de la tele. Una puerta que nos abriría muchas puertas. Un horizonte de nuevos contenidos, variedad, pluralidad, producción de calidad y un montón más de promesas que nos creímos. Todas esas promesas arden en las velas de los brujos. Yo sí que vi el futuro de la TDT: negro como el carbón. Bendiciones y buenas noches.

«El Berenjenal» en Interviú.

Puente sobre aguas turbulentas

Viernes, 14 de diciembre de 2012

Este artículo lleva banda sonora: «Bridge over troubled water» (Simon and Garfunkel). No puedo entender que todavía andemos con lo de los «puentes» en el calendario. Cada vez que lo comento me miran con cierto odio. Como pensando: «Ya habló el insensible, la gente merece descansar y él solo piensa en trabajar». Los que piensan en trabajar son los casi seis millones de parados. No piensan, no. Sueñan. Lo siento, pero es superior a mí. Creo que no podemos descansar hasta que todo este marrón en el que estamos instalados dé una cierta muestra de recuperación. Y no hablo de brotes verdes tramposos, ni de índices manipulados de crecimiento, ni de  trabajar más y cobrar menos como dejó sentenciado el listo de Díaz Ferrán.

Soy un sufridor nato. Siempre lo fui. Tengo una empresa, como miles, que intenta subir río arriba como los salmones contra la corriente fría y enfurecida de una realidad encabronada. A veces pienso que nos fallará el músculo para saltar y saltar contra esa corriente obstinada. Pero al día siguiente me animo, y vuelta a empezar. Salmones somos todos y sobre ese río revuelto instalamos puentes para descansar. Perdonen, pero no me encaja. Y luego vendrá la Navidad y el convencimiento general de que «a partir del 20 de diciembre, olvídate. Ya será hasta después de Reyes…».  O sea, hasta mediados de enero. Cuando oigo eso, aprieto mis aletas y pienso: «Venga, tira, tira».  Y así acabará este año, mayas aparte. ¡Buf!

«El Berenjenal» en Interviú.

Tener una hija

Jueves, 6 de diciembre de 2012

Tener una hija, ver llegar una nueva vida, debe ser lo más cercano al futuro que una persona puede vivir. Llega un nuevo ser, una nueva biografía con todo por escribir. Vivirás con ella, pero la mayoría de las cosas no las podrás vivir porque van a ser cosa suya, así que lo que tienes en tus manos después del nacimiento es una parte del futuro.

Me han sorprendido un montón de cosas en estas horas intensas y dulces, pero quizá lo más destacable sean las toneladas de cariño que atrae un recién nacido. Una lluvia de amor y de sonrisas. ¡Con la falta que hacen! Nunca en mi vida había recibido tantos mensajes, abrazos, besos, tantos regalos, buenos deseos y bondad en general. ¡Increíble! Me han llamado viejos enemigos, antiguos amigos, serios, cenizos, vitalistas, escépticos, optimistas, pesimistas… Todos. Es como si la gente se olvidara de ellos mismos y se pusiera al servicio del milagro. Una fuerza superior les obliga agradablemente. Por unos días, han desaparecido los problemas y ha ganado la vida. La vida pura, ingenua, positiva…

Me gustaría que todos los días fueran así y que nuestra hija Joana y todos los recién llegados solo estuvieran rodeados de energía positiva. Estoy convencido de que la crisis pasará, sus culpables desaparecerán y la bondad seguirá aunque el día a día intente ahogarla. La vida es más fuerte que los problemas. Los nuevos, como Joana, no lo tendrán fácil, pero… ¿quién lo ha tenido alguna vez?

«El Berenjenal» en Interviú.

Siempre…

Viernes, 26 de octubre de 2012

…hay que mirar al futuro, por raro que parezca, por muy payaso que te sientas. La mejor manera de saber lo que pasará, es «estar dentro» de los cambios, de protagonizar ese futuro. ¡Toma reflexión! (Como para tomársela en serio con esta foto)

Andreu Buenafuente

Ver más