Yo no he visto nunca a nadie imitar como lo hace Raúl Pérez. He visto y he gozado con colegas de la comedia, por supuesto, pero lo que me fascina de Raúl es lo impecable de su método. Lo fino, trabajado, generoso y técnicamente insuperable que puede llegar a ser. Con Caprile lo volvió a hacer una vez más. Tres horas de maquillaje para diez minutos de «miel televisiva» única e irrepetible.
Raúl se ha inventado una clonación que apoyada en un buen guión rompe con todo lo conocido hasta ahora y lo pone en División de Honor. Cuando él sale yo me relajo. Con eso os lo digo todo.