Se llama Mel y ha llegado para quedarse. Es un setter de cuatro meses que está descubriéndolo todo. Se come las hormigas, se reboza en el barro y hace sus necesidades donde quiere. Un perro, vamos. Busca permanentemente tu compañía y casi no ladra. No está en venta, ¡eh! Solo quería que lo conocieran.
Un nuevo habitante
Meterla
Remi Gallardo se dedica a meter el balón de fútbol en los sitios más insospechados. ¿Con qué finalidad? Sencillamente para pasárselo bien.
Adultos en remojo
Personas adultas jugando con el agua en Venecia. La ciudad se hunde, pero siempre hay un momento para hacerse una foto o chapotear en la plaza de San Marco.
La última cena
Pero, esta vez, de verdad. La famosa escena bíblica (ojo, Sam Brown, que hay una mujer cogiendo del brazo a Jesús), ha llegado al final. Por lo que deduzco, se trataba de un espejo y me lo encontré tirado al lado de un contenedor. ¡Qué mal final! Una vez descarté llevármelo a casa, me puse a elucubrar: su propietario se podía ver reflejado en él y, por alguna razón, el espejo se rompió con el mal fario que eso conlleva. Igual el propietario era un adefesio. Claro que explícale tú lo del mal fario al propio Jesús que está anunciando su muerte a los colegas, aunque sea en la versión de plástico pintado de oro.
Mi vecino
Es muy importante llevarte bien con los vecinos. Al fin y al cabo, estás viviendo con ellos en casas separadas. El que aparece en la fotografía es uno de los míos. Es muy reservado. Siempre lo saludo por las mañanas y apenas emite un resoplido. Lo tomo como un «buenos días». Se pasa el día en el jardín, ocupándose de las malas hierbas. Se las come directamente. He calculado lo que se ahorra en jardineros y es una fortuna. No se cual es su nombre. Yo lo llamo provisionalmente «caballo delgado».