Llevo unos días haciendo el payaso por ahí. Es lo que más me gusta. Preparando proyectos nuevos, «pasando por El Intermedio», rodando algo muy personal, hablando con gente que está viva y coleando, que no se conforma con la versión oficial. Encontré una nariz de payaso y me la puse. Este es mi uniforme.
Trabajando
Los que trabajan
Ya se les puede considerar unos afortunados en la España actual del descalabro, del desempleo como una plaga que no tiene nada de bíblica. La gente que trabaja (y cotiza) puede sentirse satisfecha. Así lo dice a las primeras de cambio. En un restaurante de A Coruña me pidieron una foto (llevaría ese día unas 200), pero cuando reparé en la imagen que tenía ante mí, me di cuenta de que ellos eran la foto. Sus rostros sonrientes a través del pasaplatos eran un rayo de luz en la situación actual. Sirva al menos como documentación para que en el futuro existan pruebas de que en 2012, en A Coruña, una gente estaba trabajando.
«Fotodiario» en El Periódico
Verano 2012
Una mitad del cuerpo (de la cabeza) de vacaciones, la otra no. Una mitad me dice que con este calor no hay quien haga nada, que no hay nadie operativo de verdad en ningún sitio. «Ya si eso eso en Septiembre lo hablamos…» La otra me dice que no me he ganado las vacaciones. Soy así, qué quieren que les diga.
Por primera vez en treinta años de profesión, todavía no sé qué voy a hacer en Septiembre y, eso, me desconcierta y me preocupa. Somos de rutinas. Nos gusten o no. Somos de objetivos, de metas, de un día a día planificado al que te adaptas y sobre el que orbita tu vida. Cuando eso no existe, te desenfocas, te dispersas…
Pienso en toda esa gente que no tiene trabajo, ni expectativas. Eso todavía es peor. Pienso en el otoño jodido que se avecina, en el crudo invierno en todos los aspectos. Joder… Pienso (y no lo hago positivamente), en todos los que nos han metido en este embrollo a nosotros, al resto, que toda la vida hemos trabajado y pagado nuestros impuestos. Si pienso eso, se me pasan las ganas de ir a la playa. Si no lo pienso, también. Veo tíos en bañador, gritando en un atasco. Quizás el cuerpo se detenga por vacaciones pero la mente no.
Busco siestas reparadoras, anestesiantes, he comprado un ventilador que hace mucho ruido. Es como dormir al lado de un avión sin alas. Pongo los Juegos y la tele congela la imagen diseminándola en miles de cuadrados de colores. No va bien. (Una metáfora?). Voy a leer el último libro de Pep Bras, uno de los mejores guionistas que he conocido. La ficción, ese salvavidas…
Trabajar los domingos
Soy un lince. Después de trabajar muchos años el fin de semana en mi etapa de Radio Reus, me dije «ya está. Nunca más trabajaré loa domingos». Y aquí estoy: haciéndolo y por partida doble. Ayer, antes del programa, tuve el honor de presentar un encuentro de Carlos Ruíz Zafón con sus lectores en el Palau de la Música. Un regalo. Soy fan de Ruíz Zafón y de su «normalidad». Escribe, arrasa y se queda un su casa. «Lo mío es escribir».
Del Palau al plató y, de camino, descubrí un montón de gente corriendo en la misma dirección. «¿Estarán huyendo?» Por lo que parece era la carrera de los bomberos.
Un ser normal se hubiera ido a casa. Pero no me gusta la normalidad. Hicimos un programa de locos para pasárnoslo bien y volví a casa maravillosamente cansado.
¿Trabajar los domingos? Trabajar en este país ya es lujo hoy en día. Así que nada que decir.