Comprobar como ríen con tu trabajo en un sitio donde teóricamente no te conocen, te acerca al sentido de tu trabajo. Es emocionante. Eso pasó en Miami hace poco con motivo de la muestra de cine español a la que nos invitaron para presentar «El pregón». Una organización impecable, buenos compañeros y Miami como telón de fondo. Así da gusto explicar lo que haces, cómo lo haces y por qué lo haces.
Un pequeño salto
Trump has landed
New York
«iAndreu» en Ara
Espiar
El propio verbo ya da grima. Como si la palabra conociera personalmente al significado. Espiar es de temerosos, de culpables de algo, de protectores del control, de totalitarios, de frustrados, de gente vacía que se llena con las miserias de los otros. De pequeño, creía que los espías molaban. Ellos eran duros e insobornables. Fumaban mucho, se levantaban el cuello de la gabardina y perseguían a los malos en favor de la justicia. Ellas, igual o mejor. Mujeres frías y hermosas, normalmente del Este. Eso, en las novelas y en el cine, porque en la realidad todo es más chusco e interesado. Como siempre. En Cataluña tenemos una empresa líder en el sector (Método 3), de la que han tirado hasta los políticos. Si no te ha espiado Método 3, no eres nadie. Ojo, que se han escondido micrófonos en jarrones a lo Mortadelo y Filemón. Ya saben, la TIA.
Y ahora van los norteamericanos y desvelan que su gran hermano está compinchado con todas las empresas de telecomunicaciones. Vamos, que tú pides una hamburguesa en Times Square y, por ese micrófono largo articulado, se lo dicen a Obama. Puede que incluso te la traiga él en persona. No nos fiamos de nosotros mismos, y esa es la prueba de que escondemos algo, de que somos un desastre como colectivo. Por separado no estamos mal, pero a la que nos juntamos unos cuantos, va uno y lo tiene que contar. Por si acaso la libertad se sintiera a gusto y se quedara un rato.
«El Berenjenal» en Interviú.
Las ventanillas de los aviones
Mitt Romney, candidato republicano en las próximas elecciones norteamericanas, dijo que no entendía por qué no podían bajarse las ventanillas de los aviones. Luego tuvo que matizar y disculparse. Como cuando dijo que no le preocupaban los muy pobres porque esos ya votaban seguro a Obama. Más disculpas.
Creo que los políticos se dividen entre los que son capaces de decir sandeces y los que, aunque las piensen, se las callan. Malos tiempos para el gremio en todos los países. Eso ya lo sabíamos. Y por si no nos acordábamos, miles de personas lo recordaron rodeando simbólicamente el Parlamento español. La policía, siguiendo órdenes, se puso las botas a porrazos y pelotazos. Mal. Triste, violento… mal.
En estos momentos, en los que la política y sus profesionales están en el punto de mira de una sociedad muy cabreada, es cuando hacen falta más que nunca políticos de verdad. Hombres y mujeres dispuestos a escuchar a la calle, a actuar en consecuencia, a plantar cara al destino con políticas justas, adaptadas a los tiempos. Hombres y mujeres que se dejen sus convicciones inamovibles en casa y abran su mente a negociar lo que haga falta para el bien común. Hombres y mujeres de Estado. La situación es tan grave, histórica e importante que se llevará por delante a todos los políticos resultadistas, partidistas, interesados, antiguos e intolerantes. Solo sobrevivirán los que estén a la altura de las circunstancias y no menosprecien la fuerza más grande que hay: el poder de la gente. De la gente de la calle.
«El Berenjenal» en Interviú.