La actualidad

Miércoles, 24 de julio de 2013

Marrakech. Un joven pasa las horas en la puerta de su tienda de alfombras. Es un vendedor excepcionalmente discreto. No grita «¿España? ¿Messi! ¡Amigo, pasa sin compromiso!», o cosas así. Él no. Él prefiere leer la prensa, la actualidad, y se diría que esta le ilumina la cara, quién sabe si también la mente. El joven lee que su rey pasa más tiempo fuera del país que al frente de sus asuntos. Un rey desconectado de sus súbditos. Y eso no le gusta. Se pregunta qué debe pasar para que el pueblo reacciones y use sus alfombras para volar hasta la modernidad, la igualdad de oportunidades, la siempre anhelada libertad. Hace un amago de levantarse y gritar, pero no, sigue leyendo. La pregunta es: ¿hasta cuándo?

«Fotodiario» en El Periódico

La actualidad

¿Vacaciones?

Jueves, 4 de julio de 2013

Hubo un tiempo (ya muy lejano) en el que te podías ir de vacaciones más o menos tranquilo porque habías trabajado durante once meses y lo habías dado todo. Ya no digo que tu trabajo fuera bonito, ni tu salario justo, pero habías trabajado y querías/podías parar un poco. Tu cabeza y tu cuerpo te pedían una tregua y sentías que te habías ganado ese paréntesis. Y lo comentabas con tus compañeros, se hacían bromas sobre los destinos, se te notaba un brillo en las miradas, una ilusión más o menos contenida. Había maletas desempolvadas, abiertas de par en par, donde metías todos los deseos para el verano. Deseos en pantalón corto, bañadores, biquinis, pasajes de avión y guías de países lejanos, casi mágicos. Todo eso vibraba en el ambiente, no importaba que unos meses después casi siempre decepcionara un poco el resultado. ¡Era verano!

Ahora no. Las vacaciones han pasado a ser casi clandestinas por una cuestión de pudor. En un país empobrecido y con millones de parados, no es de recibo ir alardeando de vacaciones. La gente lo comenta en voz baja, quitándole importancia, sin ganas de ofender. «Psé… nos vamos unos días, sí… por los niños, más que nada». Eso, el que puede, claro. La mayoría de los españoles van a ver cómo se funden julio y agosto entre ellos tal que un helado en el asfalto. Se difuminarán los límites de las semanas, porque las cuentas corrientes ya lo han hecho. Y volverán los modestos urbanitas a los pueblos, en un viaje un poco forzado a los orígenes. Allí siempre hay un familiar acogedor, mucha naturaleza, un restaurante barato o una playa preciosa en la que no hay que pagar (de momento). Y bocadillos. Muchos bocadillos.
Las Fiestas Mayores seguirán con el cinturón apretado, sin grandes alardes ni dispendios. Los coches saldrán poco a la carretera, se tomará mucho la fresca y se mirará la tele. En ella seguirá la procesión de corruptos entrando y saliendo de los juzgados, argumentando que no saben nada. Sus esposas, todavía menos. Y cada vez anochecerá más temprano y un día hablarán de la «vuelta de vacaciones» y nos preguntaremos cómo puedes volver de un sitio en el que no has estado.

«El Berenjenal» en Interviú.

Ver más