Nueva York, mala ciudad para descansar, buena ciudad para empaparse de todo y coger en un par de días su ritmo endiablado. Eso me gusta. Es curioso como puedo ver más cosas aquí en unas semanas, que todo un año en Barcelona.
Una de las sorpresas ha sido el descubrimiento de Israel Galván, un bailarín de flamenco que rompe todo los esquemas, los reinventa, te atrapa.
Por ahí andaban los Gomaespuma con su nuevo proyecto televisivo. Luego me confabulé de nuevo con mi amigo y cómplice pictórico Mikel Urmeneta. ¡Qué gozada! Solo puedo decir que nos reunimos para pintar en una antigua sinagoga, propiedad de un español y que el tema que escogimos fue «la crisis en España». Muy pronto, más noticias.
Las ideas y las ganas atraen a la gente. Rocío, una andaluza que estudia documentales en Los Angeles, junto a Dario y Nico rodaron toda la jornada. Al día siguiente, contacté con Jordi Graupera por recomendación de Jordi Évole. Gran conversador y muy bien «amueblado», que colabora con La Vanguardia y Rac 1, mientras acaba su doctorado de filosofía. Hablamos de España, de Europa, con la libertad y la perspectiva que da la distancia.
La agenda va cargada. «Billy Elliot el musical«, me pareció billante, aunque nunca me acabé de «creer» los musicales. Y, mientras tanto, conectado a Twitter, descubriendo el 15M americano en Wall Street (ya empiezan a concentrarse los jóvenes) y disfrutando del hervidero neoyorquino que se aleja del verano para ir entrando en el frío otoño. Aunque aquí, lo único frío que hay es el clima.