Sucede siempre durante las vacaciones. Hay un lugar, un momento, en el que se te pasa por la cabeza. Luego, desaparece. Es una tentación en toda regla. Piensas: «¿Y si me quedo aquí para siempre? Ya que esto es tan bonito y yo estoy tan bien, ¿por qué no rompo con mi vida anterior y empiezo una nueva en este preciso instante?». Se reconoce a la persona que está pensando algo así por la pequeña sonrisa que ilumina su cara y la luz que desprende. Pero luego, sin saber por qué, la tentación se queda muda, no habla y volvemos a casa. Algunos lo llaman sentido común. Otros, sencillamente, miedo.
«Fotodiario» en El Periódico