Estábamos el otro día trabajando (una suerte), cuando estalló el escándalo de los famosos sobres del Partido Popular. Nos fuimos a comer algo con los compañeros y yo me convertí en el encargado de amargar la comida al resto. «¿No os parece muy grave lo que está pasando en el PP?». Respuestas: «¡Psé!», «lo de siempre» y la más preocupante de todas: «sí, pero no va a pasar nada. Ya verás. Nunca pasa nada». Digo yo que cuando el ciudadano asume que nada (por grave que sea) puede cambiar una situación degradada, tenemos un problema más importante de lo que creemos. Pero yo me niego a asumir esa postura sumisa, una mezcla de hartazgo, desconfianza de la justicia, del sistema, de todo. Eso es tirar la toalla y hasta la pastilla de jabón al suelo, con lo peligroso que es…
NO. Si asumes eso, lo suyo es marcharse del país (¡a ver si encuentras uno limpio!) y desentenderte del mundo. Yo les dije: «La historia, por penosa que sea, sigue su curso y una cosa lleva la otra. Algunas todavía no las hemos vivido, pero ya se han sembrado miles de semillas de protesta y de discrepancia. Este ya no es un país anestesiado por un falso bienestar. Eso era antes. Ahora somos famosos en el mundo por nuestra deuda y por nuestra corrupción. Yo creo que van a pasar cosas. Hay demasiado drama social para que miremos a otro lado sin esperar reacciones. Hay demasiado paro, demasiada rabia, excesivo descontento… Ya veréis». No me creyeron y siguieron comiendo el menú barato, que no están las cosas como para grandes fiestas.
Veo políticos nerviosos negando evidencias, ganando tiempo, aireando el debate de la corrupción, cuando TODOS tienen muertos en la piscina que esconder. Veo que llueve sobre mojado. Veo un presidente sin credibilidad, no veo hombres y mujeres de Estado. Y también veo, al otro lado, a los ciudadanos de a pie, jodidos pero con dignidad, mirando fijamente a los ojos de sus representantes, como diciendo: «¿Hasta cuándo nos vais a seguir tomando por idiotas?». Una pregunta que exige gestos, medidas y pasos firmes. Depuración total. No es tiempo para medias tintas. A grandes males, grandes remedios. Si no es así, que se atengan a las consecuencias.
«El Berenjenal» en Interviú.