Cuidado

Martes, 18 de abril de 2017

En los tiempos actuales, parece que la mayor amenaza sea el sentido del humor, la sátira, el sarcasmo… Ese que ha existido siempre desde que el mundo es mundo y que tiene como único fin el alivio ejercido desde la libertad. No son un peligro los líderes mundiales enloquecidos, el creciente desorden internacional, la inacción interesada ante los conflictos. No es un peligro el capitalismo feroz que se reconstruye desde las alcantarillas, ni esos cargos públicos que se pasan lo público por lo púbico. No es una amenaza la corrupción que pudre el sistema haciéndolo cada vez más insano e insolidario. Todo eso no. El humor, los cómicos profesionales y los ocasionales son el peligro. Pues vale…

Cuidado con el cómico

Esto no es (B)ida

Domingo, 17 de febrero de 2013

No sé cómo funcionan de verdad los países. No sabría decir qué los cohesiona, cuál es la materia común que crea un vínculo entre los ciudadanos que viven dentro de esos países, pagando sus impuestos, alegrándose, sufriendo, soñando… En realidad, el concepto de país está ahora más en entredicho que nunca. Muchos lo explican como un sentimiento, y ahí es donde empiezan (y nunca acaban) algunos de los debates que marcan los tiempos actuales.

Lo que no podemos negar es que, en estos momentos, pertenecemos administrativamente a un Estado llamado España, «un lugar de desencuentro», como escribe Albert Sánchez Piñol en su reciente y brillante novela «Victus». Y España, ahora, solo tiene algo común entre todos sus habitantes: el cabreo. España está herida de gravedad con el escándalo de los famosos papeles de Bárcenas que salpican al partido en el Gobierno, empezando por su presidente.
Así no se puede (B)ivir.

Me sorprende la vehemencia, la contundencia con la que los afectados lo niegan todo. Si esto fuera una partida de póquer, puede decirse que los del PP van con todo, a muerte. Así que si se demuestra que van de farol, no les quedará otro remedio que irse en bloque. Cuando juegas tan fuerte, debes ser consciente de las consecuencias. La primera ya la estamos viendo: hartazgo y cabreo máximo de la población.

Yo creo que se prepara una primavera caliente como no hemos visto todavía. Aquellas pancartas donde se leía «No es una crisis, es una estafa» eran desgraciadamente proféticas. Mientras se pregonan y se aplican los recortes y la austeridad, unos señores, ¡en el Gobierno!, se lo llevaban crudo. ¡Esto no es vida! Con v y con b de bochorno. Mariano podría haber reconocido mamoneo en su partido (como en todos) y comprometerse a depurar inmediatamente. Podría haber pedido perdón y ponerse a trabajar desde ya, para recuperar lo que queda de confianza en la clase política. En lugar de eso, no dio la cara, salió dentro de una televisión y lo negó todo mientras le temblaba la voz. No es un hombre de Estado, y ahora los frágiles y cuestionados Estados necesitan hombres de verdad.

«El Berenjenal» en Interviú.

Llueve sobre mojado

Sábado, 9 de febrero de 2013

Estábamos el otro día trabajando (una suerte), cuando estalló el escándalo de los famosos sobres del Partido Popular. Nos fuimos a comer algo con los compañeros y yo me convertí en el encargado de amargar la comida al resto. «¿No os parece muy grave lo que está pasando en el PP?». Respuestas: «¡Psé!», «lo de siempre» y la más preocupante de todas: «sí, pero no va a pasar nada. Ya verás. Nunca pasa nada». Digo yo que cuando el ciudadano asume que nada (por grave que sea) puede cambiar una situación degradada, tenemos un problema más importante de lo que creemos. Pero yo me niego a asumir esa postura sumisa, una mezcla de hartazgo, desconfianza de la justicia, del sistema, de todo. Eso es tirar la toalla y hasta la pastilla de jabón al suelo, con lo peligroso que es…

NO. Si asumes eso, lo suyo es marcharse del país (¡a ver si encuentras uno limpio!) y desentenderte del mundo. Yo les dije: «La historia, por penosa que sea, sigue su curso y una cosa lleva la otra. Algunas todavía no las hemos vivido, pero ya se han sembrado miles de semillas de protesta y de discrepancia. Este ya no es un país anestesiado por un falso bienestar. Eso era antes. Ahora somos famosos en el mundo por nuestra deuda y por nuestra corrupción. Yo creo que van a pasar cosas. Hay demasiado drama social para que miremos a otro lado sin esperar reacciones. Hay demasiado paro, demasiada rabia, excesivo descontento… Ya veréis». No me creyeron y siguieron comiendo el menú barato, que no están las cosas como para grandes fiestas.

Veo políticos nerviosos negando evidencias, ganando tiempo, aireando el debate de la corrupción, cuando TODOS tienen muertos en la piscina que esconder. Veo que llueve sobre mojado. Veo un presidente sin credibilidad, no veo hombres y mujeres de Estado. Y también veo, al otro lado, a los ciudadanos de a pie, jodidos pero con dignidad, mirando fijamente a los ojos de sus representantes, como diciendo: «¿Hasta cuándo nos vais a seguir tomando por idiotas?». Una pregunta que exige gestos, medidas y pasos firmes. Depuración total. No es tiempo para medias tintas. A grandes males, grandes remedios. Si no es así, que se atengan a las consecuencias.

«El Berenjenal» en Interviú.

Basuras y ventiladores

Sábado, 26 de enero de 2013

España huele a basura sin recoger. Literalmente en algunos casos (las huelgas de los servicios de recogida) y metafóricamente en otros. En el primer ámbito, paciencia y narices cerradas. ¡Qué pestazo! En el segundo, impaciencia. Impaciencia y urgencia por que salga toda la porquería de una vez y nos hagamos una idea del iceberg de corrupción que ha hundido el barco llamado España. Vaya imagen internacional estamos dando. A este paso no nos van a comprar ni un coche usado. Los Bárcenas, Ignacio González, Duran i Lleida y compañía (como últimos fichajes de una lista vergonzosa que se renueva cada día) están viendo como los ventiladores esparcen sus sospechosos currículos y los de sus partidos. Claro que todo el mundo dice que no ha hecho nada. Como los niños. «¿Qué has hecho, Manolito?». «¿Yo? Nada». Y el gato saludando desde el interior del microondas.

Decía Esperanza Aguirre (la mujer que se va pero no se va) que ella no es «nadie para opinar sobre los casos de corrupción». Ah, ¿no? Pues nosotros sí. Los que pagamos nuestros impuestos tenemos todo el derecho del mundo. Somos espectadores. Ahora veremos si el sector de nuestros representantes sabe tomar nota y crear vertederos para tanta basura, lejos de las sedes de sus partidos.

P.D.: ¿Qué creo yo? Pues que no lo harán. Lo dijo Einstein: la estupidez humana es infinita.

«El Berenjenal» en Interviú.