El polvo y el abandono van nublando el recuerdo del Marvan. Se acalla el rumor de un bar, con la de cosas que habrá vivido. Lo que se ha vivido y lo que se ha bebido. Todo desaparece y el neón, sin corriente eléctrica, es la metáfora perfecta de otra luz que se apaga en la noche.
Claro que con la corrección actual, los bares ya no son lo que eran. Ni se fuma, ni se grita, ni se confiesa uno. Todo muy limpio, con sus horarios, sus impuestos… Ya solo quedan buenos bares en los cuadros de Hooper. Aquellos que encerraban secretos, silencios y barras de madera done se apiñaban los pájaros solitarios. Ahora se impone lo aséptico y lo rentable. Y si sobrevives a todo eso, viene una subida del IVA y te tumba. Todo sea por aburrirnos.
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