La generosidad y el detallismo de los espectadores es infinita. Y siempre sorprendente. Cada noche nos traen algo. Dulces, embutidos, tazas, licores, edredones, aceite, cuadros, fotomontajes… Es alucinante. Se lo contaba hace poco a alguien y no me creía. «Exageras». «¿Que exagero? Ven una noche al programa y ya verás».
De la oleada de presentes, con sus cartas, sus libros para firmar, sus demandas siempre razonables y miles de cosas más, rescato esta… esta… obra de arte. No importa la calidad. Lo que importa es que piensen en nosotros, se tomen la molestia de venir a un polígono, esperen más de una hora y luego participen del show. Siempre, siempre estaremos agradecidos al público. Sin ellos, no seríamos nada. Bueno, seríamos unos graciosos más.