Otra alegría en Valencia. Javier Mariscal, cogió un tren en Barcelona y se plantó en su ciudad para grabar el programa paralelo de la gira. «No sé a qué venía. Sólo sabía que lo hacías tú». Eso es un amigo. Nos fuimos al taller (inmenso) donde construyen las fallas los de Na Jordana, unos clásicos que cumplen 125 años con lo de quemar obras de arte. Mariscal lo aceptó todo. Cogimos un trozo de pórex y le dimos al cuchillo y la sierra hasta que salió algo parecido a un tótem. Corbacho se apuntó y se encargó de los atributos.
¡Qué gustazo diseñar algo con Mariscal! Uno de los mejores del mundo. Con su mezcla de sabiduría, inteligencia infantil, experiencia y libertad creativa. Como todos los grandes, no se cree nada por supuesto. No conozco a nadie que se parezca, ni por asomo, a Javier Mariscal y me encanta ser su amigo.