Rajoy es de los que envían SMS

Viernes, 27 de marzo de 2015

Sostiene Mariano que él va a seguir mandando mensajes SMS, en un nuevo e infructuoso intento de desligarse del asunto Bárcenas. Lo dijo en una entrevista radiofónica. Pero eso no es lo importante. Lo realmente destacable es que el presidente utilice ese sistema de mensajería cuando todo el mundo civilizado está en Whatsapp. Llámalo civilizado, llámalo actual, llámalo GRATUITO. Hace tiempo reparaba en ese reducido grupo de personas que todavía envían SMS. Es que les pega. Son gente especial, refractaria a los avances (masivos) de la tecnología. Por favor, que alguien se lo diga a Mariano. Que le diga que en Whatsapp, por ejemplo, puedes crear grupos y eso ahorra mucho trabajo. Podrían crear el grupo de imputados del PP. Bueno, quizá no sea buena idea. Creo que los grupos tienen un límite, no vaya a ser que salte el servidor del servicio y eso nos afecte a todos. Otra vez.

Mientras tanto, en Estados Unidos, Obama se planta ante la prensa y como si de un cómico se tratara suelta: «No sé por qué les hago tanta gracia. A lo mejor es porque aquí en Washington la marihuana es legal». También pasó por un late show y respondió a los tuits de sus seguidores, mirando a cámara, sentado en un taburete y sonriendo. Siempre con gracia (quizá se lo escriban, pero hay que decirlo bien), sabiendo estar, dominando la distancia corta, la complicidad, el tono de comedia adecuado, el sentido del espectáculo y hasta la autoparodia. Igual que aquí… En eso también nos ganan. Aquí parece que todo nos lo tomamos en serio, todo es agrio, irreconciliable y sagrado. Aquí nadie se relaja, nadie toma distancia. Todo es doctrina. «Conmigo o contra mí». Pensaba que este año, atiborrado de elecciones, podría ser un buen año para empezar e inyectar comedia, cercanía, algo de normalidad entre los políticos. Por pensar que no quede.

La RAE no reconoce populismo
Por extraño que parezca, la RAE no contempla la palabra populismo. Popularismo sí, pero no es lo mismo aunque se le parezca. Bob Pop les escribe y ellos, muy amables, nos dicen que en la próxima versión ya aparecerá. Ya lo tenían pensado, no es que seamos tan influyentes. Eso significa, entre otras cosas, que el diario ABC está cometiendo un error semántico en sus portadas-dardos envenenados/humorísticos contra los «salvajes» de la nueva izquierda. Que lo sepáis, ABC. Aunque me temo que ese es el menor y más soportable de vuestros errores.

Ibiza puede con (casi) todo
El matrimonio creativo formado por José Corbacho y Juan Cruz tiene nueva criatura. Es una novela y se llama «People from Ibiza». Tenía que ser un guion de cine y acabó en novela. Lleva la marca de la casa: vidas cruzadas y personajes cotidianos driblando sus miserias y sus grandezas. Pero esta vez el escenario es Ibiza, esa isla que tan bien conoce Corbacho. Pasan por el programa y nos da por analizar la grandeza de una isla que puede con todo. Con su mala fama, con el peso de la corona de capital mundial de la noche, con su jipismo de temporada y fashion. La isla es eso y un montón de cosas más. Como todas las islas, todos los sitios especiales y únicos. A pesar de las etiquetas, de una posible sobreexplotación de márquetin y de todas los excesos imaginables, Ibiza sigue orgullosa y receptiva. Sabe guardar secretos, se diría que hasta sabe perdonar autovías que la descosen con alquitrán y gente que no va a recordar nada de lo que vivió ahí. Siempre tiene un rincón tranquilo, una playa sin mucha gente, una cena íntima, una confesión, una caricia. Hay ruido, furia y también naturaleza, arte. Cemento y paisaje, gente fast-food un poco desquiciada y sabios con la piel quemada por un sol inclemente. No entiendo como «People from Ibiza» no se convirtió en película si la propia isla, en sí misma, ya es una superproducción.

«Memorias en diferido» en Interviú