Los Coen lo han vuelto a hacer. Son tan buenos que no parecen de Hollywood. Cuando el cine se ha convertido en una excusa para comer palomitas o vender videojuegos, estos señores siguen sorprendiendo en cada entrega. Ahora se echan unas risas con el mundo paranoico del espionaje y la burrocracia de Washington. Vuelven a acertar con el casting, vuelven a imprimir un tono propio de comedia que no lo parece, una historia plagada de perdedores, confusiones y violencia gratuita. Los personajes son perfectos, el film gana intensidad minuto a minuto y sales con la (cada vez más inédita) sensación de no haber tirado el dinero. Me gustó mucho.
Reír después de ver
Jueves, 16 de octubre de 2008