Te dan diez minutos. Diez. Ni uno más, ni uno menos. Las promociones de los americanos son así. En ese tiempo debes ser rápido, ocurrente, educado, mostrar interés, hablar un poco de la peli, un poco de otras cosas, no alargarte, escuchar, replicar con rapidez, parecer natural, crear un clima de complicidad aunque sea virtual y, si puede ser, resultar interesante. Así que haces lo que puedes.
Fui a Roma porque me gusta Tom Hanks. Ya le dije que «no soy tan listo para saber si ésta u otra película es mejor». No sé si el género este de acción religiosa es muy bueno o normal, pero sí sé que Hanks siempre llena la pantalla. Jamás unos ojos tan pequeños, captaron tanto la atención. Fue un placer tenerle delante y la iglesia… detrás.