Los dichosos selfies no son de ahora a pesar del delirio colectivo extenuante de esta modalidad fotográfica. El legendario James Cagney ya cayó en la trampa hace muchos años. Ahí está la prueba. La cosa no prosperó porque, claro, no resultaba práctico cargar con el mamotreto de la cámara a todos lados. No había teléfonos móviles, ni WIFI, ni explotaban los terminales. Tampoco había «redes sociales». La gente quedaba, hablaba, bebía, se tocaba, se escuchaba… Eran otros tiempos y eran en blanco y negro.
Un selfie como dios manda
Lunes, 17 de octubre de 2016