Algunas empresas utilizan indicadores económicos para determinar su «salud». Balances, facturaciones y todo eso. Siempre he creído que El Terrat, la nuestra, es otra cosa. Nos ha dado cobijo desde 1989 y ahora, como toda empresa de vecino, lucha por tirar adelante en las agitadas y frías aguas de la realidad. Hay pasión, hay orgullo, hay dignidad, hay talento y hay alegría y gamberrismo. Esto último es lo más importante. Nuestro oficio. Cuando el otro día vi una muñeca hinchable en el despacho, pensé: «Vamos bien».
«Fotodiario» en El Periódico