Pase lo que pase el sábado, Rodolfo ya ha ganado. La broma ha tocado su «cielo» particular sorteando todos los obstáculos, infiltrándose en el sistema y -sobretodo- aupada por la gente que ha querido jugar con el tema. La fuerza de internet ha quedado patente. No hay otra lectura.
Estoy superorgulloso del trabajo realizado. No se trata únicamente del hombre del tupé con su guitarra de plástico que es un crack y ya lo sabíamos. Se han cooordinado decenas de profesionales para llevar a cabo la gamberrada. Productores, maquilladoras, vestuario, márketing, prensa, operadores de cámara, redactores, webmasters y muchos más que me dejo. A todos ellos, muchas gracias. Como esas bailarinas, y sus horas y horas de ensayo, intentado ensamblar un gag, en un festival de proporciones gigantescas. Te gustará más o menos, pero es muy grande y había que dar la talla. Esto lo hacen actores sin experiencia y no pasamos del puente aéreo.
Me decían desde Belgrado: «Somos la alegría del festival». ¡Bien! Se trataba de eso. De reírnos y generar buen rollo. Hay que pedir disculpas por si hemos ofendido a alguien. Como dice Corbacho: «Es mejor pedir disculpas, que pedir permiso». También nos hemos reído con las lecturas malintencionadas de los que no han querido ver la broma y sólo han hurgado en sus escándalos inventados.
En un país avanzado -con un mundo del espectáculo bregado, ágil y sano-, lo del chiki sería habitual. Es un fenómeno, pues a saco con él. Se estaría preparando una película y un musical. Aquí, no. Aquí hay telepredicadores seniles que quieren ver lo que no hay (con mala fe) y diarios que pretenden ganar un Pulitzer, porque no se les ocurrió a ellos. Da lastimita. ¡Qué mala es la envidia! Yo, cuando algo me gusta y me sorprende, no pienso «si no se me ha ocurrido a mí, es que ellos lo han hecho mal». Yo, no. Me relajo, lo disfruto y aprieto los puños par seguir trabajando y mejorando.
De todas formas, nada podrá aguarnos la fiesta. Para unos gamberros como nosotros, lo de Belgrado es muy grande y así lo vamos a vivir. Como esa gente (¡muchísima!) que se pondrá delante de la tele para disfrutar con una complicidad y un buen rollo que nos emociona. Trabajamos para esto. Para liarla. Para subvertir lo establecido, para romper y rasgar la seriedad de un mundo previsible y gris que, un tío con dudoso acento argentino, ha agitado durante unas semanas inolvidables. Me siento orgulloso de pertenecer a EL TERRAT y haber llegado hasta aquí. Y que quede claro que no vamos a detenernos. Lo mejor está por venir y no sabemos por donde. Eso es lo guapo. Perrea!!!!!!!!