The chicken.
Así se llama la mini gira que hemos preparado para el año que viene. Nos vamos a divertir y espero que vosotros también.
El pollo
Volver (Siempre)
Estando en uno de mis lugares soñados, Machu Pichu, ya estaba grabando un video para el regreso del ‘Nadie’. Tu crees que te vas pero ya estás volviendo. Al menos, mentalmente. En este mundo híper globalizado y conectado, ya solo puedes aspirar a pequeñas huidas, pequeños oasis mentales porque las distancias, aparentemente, son imaginarias.
Los “oasis” se construyen apagando el teléfono, conectándote con el momento y viviéndolo todo lo que puedas y sepas. Lo intenté. Descubrí Perú, me maravilló, sufrí el mal de altura y quise ser más viajero que turista. Difícil en tan solo diez días, pero lo intenté.
Trabajo en algo que me gusta, me siento un privilegiado y todo lo que viene está temporada, tiene muy buena pinta. Así que con una mitad del cerebro estaba muy lejos y con la otra ya pensaba en volver. Siempre fue así y no me voy a quejar.
Espero que los que hayan podido refrescar un poco la mente estén moderadamente preparados para todo lo que nos espera.
Y que tengamos salud, paciencia y ganas de reír. Todo eso estaría muy bien para hincarle el diente a la vida que queda por delante.
¿Eh?
Piel
Una joven seguidora del ‘Nadie’ me enseña su tattoo. «He pasado una mala época y me habéis ayudado. Escuchaba el Nadie a todas horas».
La broma entra por la piel y ahí se queda. La prueba de que, a pesar de todo, podemos ser felices.
19 meses después
Barcelona, estudios de la cadena SER. Ahí estaba la gente o una representación de ella. Treinta y cinco personas acudieron de público para el inicio de la temporada de Nadie Sabe Nada.
Por primera vez en diecinueve meses volvíamos a sentirnos acompañados, reídos y sobre todo queridos. El primer aplauso fue especial. Largo y relleno de cariño. En verdad nos lo dábamos todos a todos. De esos aplausos que dicen «aquí estamos otra vez. Hemos resistido, vamos a intentar volver a ser algo parecido a lo que siempre hemos sido».
Y el programa voló como un avión de papel. El aliento era la presencia de ese público fiel, afín y cómplice para el que da gusto trabajar. Ojalá el pasado más reciente quede atrás como una mala pesadilla y la comedia siga siendo el quitanieves que necesitamos.