Pues, oye, no le queda mal a Berto esta apariencia de emperador, ¿no? Eso es lo que pensamos todos cuando estaba a punto para entrar a plató. Nos disponíamos a realizar otra «entrevista a destiempo», donde un servidor viaja al pasado. Todo muy normal. El gesto acompaña a Berto, eso es verdad. La nariz, también. Se trata de un César inspirado en los de Astérix y se diría que en cualquier momento podría volver a una viñeta, donde lo más seguro es que los galos vuelvan a dejarlo en evidencia. El equipo le rindió una divertida pleitesía. Uno de ellos se dedicó a acompañarle durante la tarde y a susurrarle continuamente al oído: «Recuerda que solo eres un cómico». Otro probaba la comida antes que él. No hubo bajas.
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