Bob ha vuelto (sin irse)

Miércoles, 21 de septiembre de 2016

Parece un truco y algo de eso hay: volver sin irse. Bob Pop, ha vuelto a la pantalla después de nuestra etapa de «En el aire». Pero él ya estaba «aquí». A mi lado.

Bob coordina todos los invitados y la documentación sobre ellos. Es una pieza clave en este renacimiento del late que tanto cuidamos y queremos. Bob me ayuda a parecer más listo (ardua tarea). La cosa es que su vuelta catódica nos permite confirmar que sigue en forma, que su cabeza está tan afilada como su lengua. Se ha fijado en la llamada prensa del corazón pero desde otra óptica. «Explicar España desde su prensa rosa». Algo así, solo podía hacerlo Bob. Y también llevar esos trajes. Solo él.

Bob Pop

Cuando los genios afeitan

Miércoles, 3 de junio de 2015

No vienen genios todos las noches al programa. Lo de «genio» es una categoría superior, solo para escogidos. Creo que Ramon Fontseré de JOGLARS es uno de ellos, uno de los mejores actores de teatro de la historia. Los que hemos disfrutado viéndolo en escena ya sabemos de qué estamos hablando.

Ahora, Ramón, se ha quedado al frente de la mítica compañía después del «reinado» de Albert Boadella. Ahora, por ejemplo, puedes hablar con él, puedes gozar de la conversación y si tienes suerte (como es mi caso) compartir un poquito de escena. Vino a «En el aire» para presentar su nuevo espectáculo VIP y dijo que le gustaría recrear a Chaplin en la escena de la barbería de «El gran dictador». ¡Vaya regalo! Lo preparamos y me dispuse a hacer de compinche/espectador. Todo un lujo.



¿Pero baja el IVA cultural o no?

Viernes, 20 de marzo de 2015

Ahí sigo con la duda. La semana pasada el diario ABC dedicaba una de sus contundentes portadas al tema y anunciaba: «El Gobierno bajará el IVA cultural». Cabe recordar que esta es una reclamación permanente, justificada, indispensable, algo que el sector formula constantemente. Algo vital y vergonzoso a la vez. Somos el país con el IVA cultural más caro de Europa. Quién sabe si se trata de una prueba piloto para ver hasta qué punto se puede machacar una cultura. Un experimento bizarro de aniquilación por desgaste, por asfixia. Bueno, así las cosas, el anuncio de Abc captó la atención. Otros medios se hicieron eco. Lo siguiente que sucedió fue que el Gobierno negó (con timidez, pero lo negó) tal medida. ABC insistió con su primicia: «El Gobierno busca el momento adecuado para anunciarlo». Me gustó mucho lo de «buscar un momento adecuado». Esa tarde colgué un vídeo en Twitter que me grabé yo mismo, donde se ve un pie pisando una especie de superficie lunar y una voz en off que decía: «Si baja el IVA cultural, será un pequeño paso para la cultura, pero un gran paso para la campaña electoral». Pero pasaban las horas y la medida no cogía cuerpo oficial. Por la noche decidimos llamar en directo al ABC. Lo denominamos «periodismo de investigación» y así, de paso, nos reímos un poco de las imposturas del gremio. Costó comunicar con el rotativo, pero al final contestó un señor. «Soy Buenafuente y estamos en directo. Si, por lo que sea, no quiere seguir hablando, no pasa nada». Algo así le dije. Estábamos haciendo una gamberrada, de acuerdo, pero avisando. Una broma bastante blanca, francamente. Lo he practicado en la radio toda mi vida.

Lo que vino a continuación fue un momento tenso e incluso agrio. «¿Qué quiere?». «Quiero que me confirme si se va a bajar el IVA». «Eso es lo que hemos dicho», apuntó muy seco. «Ya, pero el Gobierno no lo confirma, compañero». «¿Cómo ha dicho?». Con esta pregunta, con su pausa, me estaba recriminando que lo llamara «compañero». Lo pillé y no le faltaba razón. Yo también noté que me había precipitado. Todo se torció a partir de ahí. «Llame usted al Gobierno. Oigo risas, ¿estamos en un programa?». «Sí -le recordé-, ya se lo he dicho». Al final me colgó, no entró ni en el juego, ni en la conversación, ni en nada. Estaba en su derecho, faltaría más, pero perdió la oportunidad de ser amable. Después del sofoco, recordé que «nos hemos quedado igual, no sabemos si se baja el IVA de la cultura». Y así es. Mi modesto olfato me dice que Abc dispone de esta información, de una filtración seguramente interesada del Ejecutivo. Pero no deja de ser muy peliculero que el propio Gobierno lo desmienta. Como si les hubieran dicho: «Vosotros lo publicáis, nosotros lo desmentimos, pero es verdad. Cuando por fin se confirme, podréis decir que ya lo habíais avanzado». Algo así. O no. Hace tiempo que no entiendo el periodismo. Y cuando no entiendo algo, no me lo creo o me enfrío, me alejo de él. La prensa, últimamente, parece un juego barato de espías con intereses. Una mezcla de propaganda, de márquetin. Algunas portadas son más bien páginas de humor. Levantan más sonrisas que interés y, por supuesto, credibilidad.

«Memorias en diferido» en Interviú

Los Pujol tienen una serie

Miércoles, 18 de marzo de 2015

A medida que conocemos más detalles sobre la familia Pujol y sus presuntos escarceos con el fraude, aumenta la necesidad de escribir una serie sobre ellos. Creo que TV3 podría ser la cadena idónea para esta producción. Ríete tú de «Juego de tronos». Hay de todo. Herencias ocultadas durante décadas, expiación pública, espionaje, esposas despechadas, lujo, toda la familia salpicada… No sé a qué están esperando. Cuando los vi en la comparecencia ante la comisión de investigación del Parlament, pensé que esa era la escena inicial de la serie. Esa especie de psicoanálisis colectivo, ese mirarse al espejo de los catalanes y descubrir todo lo que no nos gusta… La serie empieza ahí y luego, a base de flash backs, nos lleva a lo más oscuro y profundo del «pujolismo». Un éxito asegurado. Y da para varias temporadas. Muchas, vamos.

El «caloret» de Rita Barberá provoca vergüenza ajena
La vergüenza ajena es una de las sensaciones más inquietantes que hay. Viene generada por alguien que no eres tú y, a pesar de eso, te sientes mal y te gustaría desaparecer. Es el lado oscuro de la empatía. Eso es lo que sentí al ver (sin dar crédito) a esa Rita Barberá, confusa y eufórica, anunciando las fallas en Valencia. Ya estamos acostumbrados al esperpento ritense, pero ese pisotear el diccionario, esa búsqueda del concepto «caloret», lejos de calentar, heló la sangre de los asistentes. Pero si hasta las falleras la miraban como de soslayo pensando: «Pero ¿qué está diciendo esta mujer?». Si yo pagara mis impuestos en Valencia, me habría echado unas risas como todos para, acto seguido, seguir preguntándome qué extraño fenómeno se produce cada cuatro años permitiendo que ocupe la alcaldía. Eso sí da «caloret».
P.D.: Leo con interés una entrevista al escritor valenciano Ferran Torrent, que publica nuevo libro. Siempre me interesa lo que dice. Es un tipo listo y crítico. Me deja de piedra cuando asegura: «Da vergüenza decir que eres valenciano porque se ríen de ti». Es durísimo. Y más viniendo de un hombre que ama su tierra. La ama tanto que le desespera la incapacidad de organización de la sociedad civil para expulsar a los corruptos gran reserva que medran por el Levante desde hace tanto tiempo.

Se me apareció por sorpresa Nacho Vidal
Una noche, en pleno programa, apareció una caja de cartón en mitad del programa. No había nada dentro y, de repente, apareció Nacho Vidal. ¡Superen eso! ¿Magia? Sí, por supuesto. Si no fuera así, todavía a día de hoy estaría en estado de shock. Detrás de todo estaba Jorge Blass. Nos presentó la nueva edición del Festival de Magia de Madrid, donde se van a congregar durante un mes los mejores del mundo y, claro, le hicimos trabajar. Tengo la impresión de que la magia vive una nueva época dorada y buena parte de la culpa la tienen los jóvenes profesionales. Magos que salen de los teatros con cámaras, que interactúan con los objetos de la calle, con cualquier cosa por insignificante que sea, con las nuevas tecnologías, con todo. Ahí está el Mago Pop, un auténtico crack, y sus viajes en el espacio tiempo. Blass me pidió entrar en mi cuenta de Twitter, fui a los que sigo y escogí al azar uno de ellos. Se trataba de Nacho, y este estaba en la caja. Estoy convencido de que mi fantástico equipo se compinchó con el mago, yo no me enteré de nada y de repente… ¡zas! Eso es la magia, ¿no? Lo que parece imposible, lo inexplicable, la sorpresa en mayúsculas.

«Memorias en diferido» en Interviú

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