Hoy por la mañana vendrán los periodistas al plató. Les explicaremos la que tenemos liada, nuestras esperanzas, esas ganas de «salir» ya de una vez en la tele. Es como si estuviéramos tirando una cerveza gigantesca y la espuma subiera y subiera. Nos la beberemos el domingo a las diez de la noche. Con Berto, con Corbacho, con invitados, colegas de profesión y, sobretodo, con el público.
Mira que llevo tiempo en esto, pero siempre me sorprendo nervioso, con ganas, con dudas, con ilusión, con algún miedo… Es lo que tiene esto de actuar, de exponerte, de venir a decir «aquí estamos, somos nosotros y a ver si les gusta». Ya hemos viajado a Londres, he salido en chandal por la calle, me he metido en una cama con personas que no conocía, me ha llegado una caja misteriosa… Y todo eso ¡sin haber empezado todavía!
Lo he dicho y lo repito: estas últimas semanas me han llegado toneladas de cariño, de complicidad, de apoyo. Tengo un equipazo y tengo un «publicazo» (atención al neologismo). ¡Esto es muy bonito, joder! Uy que me salta una lagrimilla… ¿Me estaré haciendo mayor? Solo espero estar un poquito a la altura de lo que se espera y pasar un buen rato. Porque, al final, todo ese alud de trabajo, de ensayos y de ideas, servirá para pasar un buen rato. Recuerdo que hace tiempo, un amigo rockero volvía a los ruedos y estaba muy nervioso. Le mandé un SMS: «solo es rock and roll. No puede pasar nada malo». Cambien rock por humor y a aquel cantante por este humorista. «Solo es humor, Andreu, no puede pasar nada malo». Gracias Andreu. De nada.