El equipo de rodaje de «El culo del mundo» por las calles de Santa Fé.
El equipo de rodaje
Julián Traba
Julián y su familia en su casa de San Nicolás de los Arroyos (Argentina). Una casa modesta pero cargada de dignidad y hospitalidad. Desde aquí, Julián mandó el mail que desencadenó el documental. Siempre le estaré agradecido.
Carlos Peisojovich
Con Carlos Peisojovich en el Café Tokio de Santa Fé (Argentina). Mi primer maestro escogió el sitio para rodar la conversación. «Aquí no quiere venir ninguno de mis amigos, pero a mi me gusta». «Pues a mi también, le dije». El café es increíble. No se ha tocado nada en los últimos cincuenta años. Lo regenta una mujer de origen japonés que no quiso cobrar. Algunos hombres jugaban a billar.
Con el culo en Málaga
Lo primero que dije al subir al escenario del Festival de Málaga para presentar «El Culo del Mundo» fue «Gracias». Así lo sentía. Poder enseñar nuestro primer trabajo cinematográfico en un escaparate tan bueno como el de Málaga, es para estar muy agradecido. Y contento, muy contento. Málaga es cariño a toneladas de su gente, profesionalidad y respeto de los medios, buenos contactos, amigos de la profesión, una ciudad preciosa… Lo tiene todo.
No sé cuantas entrevistas pude llegar a hacer, pero no importa. Ahora, nuestro modesto documental ya ha visto la luz y todos nos sentimos muy a gusto. Como he dicho veces, «El Culo del Mundo» es una suerte de terapia y de canción de amor a la comedia. Un retrato de un momento —largo y cargado de incertidumbres— donde me buscaba a mi mismo, a mi propio futuro y también las claves de un oficio que nos engancha para siempre. «¿Los has encontrado?» me preguntaban. Bueno, uno no deja nunca de buscar. El viaje no cesa y ahí está la gracia. Lo que sí he encontrado es un maravilloso equipo, compañeros dispuestos a abrir su corazón y un público cariñoso.