He aparcado por un tiempo mi habitual pudor para mostrar mis pinturas, y he decidido colgar en el camerino de invitados de Buenafuente, el pez enorme que pinté este verano. «Salió» muy rápido. Es una acuarela bastante grande. Un pez que ignora los anzuelos y que cierra los ojos, nadando por encima de los corales. Ahí está.
Un pez para los invitados
Hugo Chávez
El hombre que mejoraba los cuadros
Mikel Urmeneta ha colgado en su blog una curiosa nota. Es una foto de una habitación de su casa, donde va a «vivir» para siempre el cuadro que le regalé hace tiempo. Una especie de monstruo/pepino que le gustaba mucho. Lo bueno es que ha hecho una instalación que convierte la pared en una cara y el pepino en… ¿nariz?
Me ha hecho ilusión verlo… mi pequeñín. Tanta que me he puesto a pintar un hermano mayor todavía más grande. Ya de paso, como tenía a Mikel en la cabeza, me ha salido un Urmeneta extrañamente tímido y, eso sí, mini cámara en ristre y barba bífida.
Intercambio
El amigo de un amigo me dejó su casa durante unos días, situada cerca del mar. Dejar tu casa es un acto de generosidad que no todo el mundo sabe o está dispuesto a hacer. Y, además, no quería cobrarme. Pensé que podía pintar alguna cosa y regalársela como símbolo de agradecimiento. Encontré una completísima tienda de bellas artes y me hice con todo lo necesario. Decidí que lo haría todo con acrílicos.
Monté mi chiringuito y la inspiración hizo el resto. Alguien me dijo: «podrías establecerlo como un intercambio. Te dejan la casa y tú les pintas una obra». Oye, pues no está mal visto…
La camiseta de este año
Ya ha llegado «John Lemon», la camiseta de éste año. Cada verano me he propuesto mandar una con algún dibujo mío y así comunicar a mis amigos y conocidos que me acuerdo de ellos. La respuesta de los destinatarios me anima a seguir. Porque una camiseta siempre es una camiseta. ¡Qué grandeza tiene una simple prenda! Me mandé una a mi mismo para «recordarme», que nunca está de más. Pues eso: que feliz verano a todo el mundo, que ustedes esquiven la crisis como se esquivan a los esquiadores novatos que bajan por las pistas sin control y te pueden romper una pierna y que compartan las vacaciones con los que quieren que, a fin de cuentas, es el único patrimonio que nos queda de verdad.