Unos amigos míos
«aaaaaaARA» en Ara
Tres de la madrugada: «¿Se ha hablado del rescate de España durante la cumbre, señor Rajoy?». «No se ha hablado. No hay nada de nada». Nada de nada. La negación al cuadrado. Nada de nada es el eco sordo de la inoperancia y de la impotencia. Un buen eslogan para la corriente filosófica del nihilismo, que siempre me ha resultado inquietante. (Nihilismo, del latín nihil, nada). Los del nihilismo dicen que toman como base la negación de uno o más de los supuestos de la vida. Unos pasotas ilustrados y con argumentos, vamos. O sea, que la vida carece de significado, propósito o valor intrínseco. ¡Glups! La nada me persigue. Llego al despacho. «¿Qué tal, chicos, alguna televisión interesada en algo?». «No. Nada. No hay dinero». (Cara oculta del capitalismo: si no hay dinero, no hay nada. Si hay dinero, lo hay todo. Para los de siempre, claro). Nada. ¿Qué te da un banco ahora si vas a contarles que las estás pasando putas? ¿Qué le queda a Lance Armstrong después de destaparse su fraudulenta carrera de campeón? ¡Exacto! Nada. En blanco. Armstrong se quedará con el maillot blanco de rey de la nada. Hombre o mujer que viene de la oficina del paro: «¿Has encontrado algo?». Ya imaginan la respuesta.
Recuerdo que cuando preparaba el programa «Conversaciones secretas», del Plus, al que me invitó el genial Millás, hablamos y hablamos. Le conté mi vida, mis angustias, algunos secretos y muchas perplejidades. Millás escuchó y zanjó el final de la comida con un «Andreu, nadie sabe nada». Me he apropiado del concepto y voy a usarlo pronto. Creo que resume un momento de aparente inopia social. Solo aparente. Debajo del manto de la nada está pasando todo.
«El Berenjenal» en Interviú.
Mira que me lo tengo dicho: «No estés tan pendiente de la actualidad económica, que te va a dar algo». Pero, a veces, no me hago caso a mí mismo. Y estoy todo el día pegado a la red, a las radios, a la prensa tradicional para saber qué pasa, para intentar entenderlo, rebuscando verdades entre los discursos políticos erráticos. Desbrozando los datos de sus interpretaciones interesadas. ¡Un currazo! Los últimos días han sido especialmente duros (parecía imposible, ¿eh?), porque ahora ya nos hablan abiertamente de un empeoramiento para 2013. Rescate con otro nombre, muchos más recortes sociales, más paro… No me extraña que haya un tío que quiere saltar desde la estratosfera. Lo que sucede es que se ha equivocado de dirección. Lo suyo es saltar desde la Tierra y salir disparado hasta arriba, hacia donde sea con tal que sea fuera, lejos…
Estaba, pues, en mitad del barro informativo, cuando me dio por leer un comentario a una noticia de un tal Saurión en eldiario.es. Me parece directo, clarividente y crudo. Sin su permiso (discúlpeme), lo voy a reproducir íntegramente. Escribía: «El negocio del capital es el préstamo con usura, no existe favor ni existe rescate, nos fuerzan a aceptar sus préstamos cediendo soberanía, no es guerra del norte contra el sur ni de Dios contra el Diablo, es algo más simple: los bancos, por avaricia, se cargan su negocio y descubren su continuidad con el sometimiento de los gobiernos (estados) a una deuda infinita y por tiempo indefinido. Estoy convencido que saben que como cualquier burbuja estallará, pero mientras tanto siguen haciendo caja. El 'ser humano' ni se lo plantean, por tanto la cosa es más seria que tú o yo, vamos los dos juntos de cabeza». O sea, que estamos en una burbuja prestamista enloquecida, dentro de la otra burbuja pestilente llamada «crisis». Vuelvo a la cama.
«El Berenjenal» en Interviú.