Los contrasentidos

Jueves, 16 de agosto de 2012

Parece el nombre de un grupo de los ochenta. Un grupo gallego, por ejemplo. Un contrasentido es algo que rechina en nuestra capacidad de comprensión, algo que molesta, que incomoda. Como unos zapatos un par de tallas más pequeños. Contrasentido es no renovar a Ana Pastor con la excusa de crear un nuevo equipo a su medida, como le ha dicho el nuevo director de Informativos de TVE. ¿A su medida o a la del partido gobernante? Contrasentido y contraperiodismo. Contrasentido, como decía alguien en Twitter, es que llegue antes una nave a Marte que un avión al aeropuerto de Castellón. Genial, la observación.

Contrasentido es que suban las temperaturas hasta cotas infernales los únicos días del año en los que se nos disculpa desconectar de todo, tratar de olvidar. Claro que, en el último caso, se trata de la naturaleza, del clima, algo que no podemos gobernar. Solo lo podemos perjudicar. Al calentamiento global hay que añadir ahora el calentamiento de la gente, que está a la que salta. Lo ves en las caras, en las conversaciones, en los gestos… El otro día, un trabajador de un establecimiento de alquiler de coches le dijo a una amiga que pedía explicaciones por un aumento de la factura: «Lo que te pasa es que estás malfollada». Eso, más que un contrasentido, era un imbécil, un maleducado, ese tipo de personas que lo hacen todo peor y más difícil. Feliz verano.

«El Berenjenal» en Interviú.

El marrón innecesario de Gallardón

Viernes, 10 de agosto de 2012

Ya me dirás tú qué necesidad teníamos de reabrir el tema de la ley del aborto. Con lo que costó dignificar y consolidar la lucha de las mujeres y sus derechos (lucha que no ha terminado), ahora va Gallardón y vuelve a abrir esa caja de truenos que teníamos guardada en lo más profundo del desván de nuestra desmemoria.

Por lo que parece, ni el en seno del propio PP gusta la idea. Ni en esas asociaciones católicas que dan un poco de miedo (por su fundamentalismo, digo…) ¡Cómo será la dichosa reforma! A ver si sólo le va a gustar a Rouco Varela. Un señor que, por mucho que se empeñe en teorizar sobre el tema, nunca se verá en la dura necesidad de decidir si trae al mundo un ser con malformaciones. No soporto a la gente que habla y dogmatiza sobre lo que no sabe, ni puede vivir o sentir. La Iglesia es especialista en eso. Yo lo veo como algo de sentido común: no hables de lo que no sabes. O bien: escucha a los que sí lo saben y lo sienten o lo sufren. Este consejo también vale, por supuesto, para Gallardón.

«El Berenjenal» en Interviú.

Como Barcelona 92, nada

Jueves, 2 de agosto de 2012

Soy así de tajante, qué quieren que les diga. Estos días, con motivo del arranque de los Juegos de Londres y la conmemoración de los veinte años de Barcelona, la nostalgia se ha cebado en mí con su dulce latigazo. Por decirlo de una manera rápida: es la mejor experiencia que he vivido en mi vida, a todos los niveles. Y creo que hablo en nombre de miles, de millones de personas. Fue un tiempo en el que fuimos felices, capaces de afrontar el mayor reto de nuestra historia moderna, fuimos anfitriones generosos, emprendedores sin límites, estábamos unidos ante un objetivo común, subimos veinte peldaños en la escalera que lleva a la modernidad y todo eso… Lo vio el mundo entero. No me digan que fue un sueño, porque no lo fue. Fue una realidad magnífica, brillante, de colores, de alegría y de profesionalidad.

Estos días me pregunto cómo hemos podido llegar a estos lodos desde aquellos campos en flor. Cómo hemos dejado que oscureciera y se empañara aquel espíritu olímpico. No era un eslogan, ¡era de verdad y lo protagonizábamos nosotros! No tengo la respuesta porque las sociedades son demasiado complicadas como para entender sus transformaciones y deformaciones. Solo he pensado una cosa: dicen que el éxito de Barcelona 92 fue mérito de la gente. La misma gente que ahora (y se nota) está empujando con su inconformismo y su indignación el cambio lento pero implacable de un mundo enfermo, de un capitalismo que se muere. La gente, nosotros, somos los únicos capaces de provocar milagros. Y lo vamos a volver a hacer. Quizá la llama olímpica no esté apagada. Estos días quiero confiar en eso.

«El Berenjenal» en Interviú.

Más madera

Jueves, 26 de julio de 2012

España está cabreada. Muchos salen a la calle y lo gritan, otros lo comentan con rabia e impotencia, los hay que callan y otorgan. (¿Qué pensará el votante del PP en estos momentos?).

El hachazo de los recortes es de tal contundencia que hacía prever lo que está pasando, y esto no ha hecho más que empezar. Los ciudadanos vemos como, otra vez, nos dan donde más duele con ese discurso de la austeridad que ya suena a penitencia impostada. ¿Había que asestarle esta estocada a la cultura con un IVA de récord Guinness? Y lo que es peor: todos los especialistas coinciden en que no podrán cumplirse los planes y no bajaremos el déficit ni locos. Este callejón sin salida da miedo. ¿Hacia dónde vamos? No creo que nadie lo sepa porque aquí no hay líder, ni se le espera. No recuerdo un verano tan caliente, y no estoy hablando del clima.

«El Berenjenal» en Interviú.

Que nos jodan (más IVA)

Jueves, 19 de julio de 2012

Lo de Andrea Fabra (autora del «que se jodan») durante el anuncio de la nueva política del PP no tiene nombre. Bueno, sí tiene nombre. Tiene muchos, y todos son irreproducibles, a no ser que seas como ella, claro.

Seguí el estallido de la polémica en Twitter (de las más duras e indignadas que recuerdo) pero en el vídeo no se veía ni escuchaba bien. Al cabo de unas horas, sí. Alguien había hecho un zoom y un loop de la mujer ésta de marras y allí estaba, como un robot defectuoso, aplaudiendo (!) y lanzando el «que se jodan» (!!!). Que dices, a ver, ¿a quién iba disparado el deseo? ¿A la oposición? ¿A los parados, a los afectados por los drásticos recortes, o sea a todos nosotros?

Andrea Fabra tiene la mirada de la rabia (le vendrá de familia), la bilis de una estirpe vilipendiada en Castellón, que dejará un aeropuerto sin aviones como monumento silencioso al más grande de los despropósitos. Rabia, mala leche, odio, un eco de venganza barriobajera… Y todo eso, a pesar de que les ha tocado la lotería un montón de veces. Los ricos también odian. Andrea Fabra no puede sentarse ni un día más en el Congreso de los Diputados de este país. Se lo tiene que decir su jefe y aplicarle también el IVA. «Estás fuera del Congreso y del partido». No hay otra opción.

«El Berenjenal» en Interviú.

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