Como Barcelona 92, nada

Jueves, 2 de agosto de 2012

Soy así de tajante, qué quieren que les diga. Estos días, con motivo del arranque de los Juegos de Londres y la conmemoración de los veinte años de Barcelona, la nostalgia se ha cebado en mí con su dulce latigazo. Por decirlo de una manera rápida: es la mejor experiencia que he vivido en mi vida, a todos los niveles. Y creo que hablo en nombre de miles, de millones de personas. Fue un tiempo en el que fuimos felices, capaces de afrontar el mayor reto de nuestra historia moderna, fuimos anfitriones generosos, emprendedores sin límites, estábamos unidos ante un objetivo común, subimos veinte peldaños en la escalera que lleva a la modernidad y todo eso… Lo vio el mundo entero. No me digan que fue un sueño, porque no lo fue. Fue una realidad magnífica, brillante, de colores, de alegría y de profesionalidad.

Estos días me pregunto cómo hemos podido llegar a estos lodos desde aquellos campos en flor. Cómo hemos dejado que oscureciera y se empañara aquel espíritu olímpico. No era un eslogan, ¡era de verdad y lo protagonizábamos nosotros! No tengo la respuesta porque las sociedades son demasiado complicadas como para entender sus transformaciones y deformaciones. Solo he pensado una cosa: dicen que el éxito de Barcelona 92 fue mérito de la gente. La misma gente que ahora (y se nota) está empujando con su inconformismo y su indignación el cambio lento pero implacable de un mundo enfermo, de un capitalismo que se muere. La gente, nosotros, somos los únicos capaces de provocar milagros. Y lo vamos a volver a hacer. Quizá la llama olímpica no esté apagada. Estos días quiero confiar en eso.

«El Berenjenal» en Interviú.

Deporte de riesgo

Miércoles, 25 de julio de 2012

La cosa se está poniendo cada día más oscura, y con esto no descubro nada. Muchas de las cosas que ayer creíamos no necesitar hoy pueden significar un sueldo. O algo parecido. Ahí está el cartón como símbolo supremo del buscarse la vida. Claro que también supone un riesgo.

El hombre (del que solo vemos la mitad) que escarba en el contenedor del ayuntamiento me heló el corazón por unos segundos. ¿Era un hombre o un maniquí? Hasta que no vi que movía las piernas no me quedé tranquilo. Esto sí que es riesgo, aunque me temo que no tiene nada de deporte. Me pregunto qué grado de interés tendrá este señor por estos Juegos Olímpicos que «paralizan el planeta». Diría que el interés es bajo, por no decir nulo.

«Fotodiario» en El Periódico

Deporte de riesgo