Como siempre: naturalidad, simpatía, complicidad, un poco de gamberrismo… La vida misma.
Los Estopa
Diez años de Estopa
El pasado jueves fue mi «día Estopa», por todo lo alto. Primero vinieron al programa, contaron lo que quisieron, se tomaron unas cervezas y cantaron con Muchachito. Luego nos fuimos al cine Aribau de Barcelona, donde proyectaron nuestro documental «Retorno a La Española» en el festival «Inèdit». ¿Por qué? Porque mientras grabábamos en Cornellà esta pieza para el pack de los diez años del grupo, nos propusieron sumarnos al festival que ya estaba cerrado. Lo abrieron para nosotros. (Bien por un Inèit con cintura).
Y allí estábamos: en una sala abarrotada, con ganas y llegó a tocar las palmas ante la pantalla grandiosa. Raro, emocionante, único… Eso es lo que transmiten David y Jose. Por mucho que los conozcas, no dejan de sorprenderte por la vitalidad y la verdad que desprenden. Es que te lían y tú te dejas liar. Conservan la cabeza en su sitio, las manos en las guitarras y los miles de seguidores al otro lado. Estoy encantado de que El Terrat haya podido participar en esta celebración. Porque hay cariño mútuo, respeto y un amor común: la música.
Los hermanos Marxestopa
Lo que faltaba para que todavía les quisiera un poco más: los Estopa son fans de mis admirados Hermanos Marx. Los de EL PERIÓDICO les propusieron una sesión de fotos para la portada y ellos contestaron: «Vale, pero sin chiste. Una cosa seria, son las pelis que admiramos».
Se reservaron una para Groucho y los locos más entrañables de Hollywood. Unos cabareteros que pusieron patas arriba el negocio, que pasaban de la ortodoxia reinante y que nunca rodaban una toma igual. Un verdadero delirio, adelantado a su tiempo. El legado de Groucho, cada vez menos conocido por los más jóvenes, debería ser de obligada lectura. Ha dejado cartas y reflexiones memorables que le convierten en un sabio del siglo pasado. Un pensamiento marxista: «detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer y detrás, su esposa».
Ver a los hermanos Muñoz, emulando a los otros (que eran más, por cierto) tranquiliza y reconforta. Rumba y cachondeo. No se me ocurre una combinación mejor (con la luz encendida).
Follonero, debates y chikilicuatre
Se nos acumulan las noticias. Follonero estrena con éxito en laSexta (¡bien!), su «Salvados por la campaña». Deja momentos memorables: el «reto Bardem» a los candidatos que luego cumpliría Zapatero, la conversación con el «yang-yin» en El Retiro, el gran Richi infiltrándose en los mítines o Llamazares en los créditos, por poner algunos. Televisión en estado puro. Ya tengo ganas de ver el segundo.
Sin tiempo para descansar, llega el primer debate. Bueno, más que un debate, una exposición televisada de argumentos contrapuestos e irreconciliables. Nada nuevo. Tengo la impresión (muy personal) de que la gente de la calle pasa bastante del tema. Ha sido una legislatura de las que desgastan y hastían. Veremos. Yo me lo pase mejor con los ESTOPA, mitad ilusionados con el nuevo disco y mitad cabreados por el pirateo previo a la publicación que se fraguó en Suiza. «Hay un topo en Suiza. Esto es un caso para la TIA de Mortadelo y Filemón».
Y cuando tus neuronas ponen la reserva, llega… EL CHIKI CHIKI. Última hora: vamos a la gala de la TVE, del próximo día 8, jornada de reflexión por certo. Rodolfo anda crecidito por el plató. Ya ha pedido un menú especial y vigilancia, las veinticuatro horas, de su guitarrita de juguete. «Sin ella, no soy nadie», me balbuceaba anoche. No le entiendo pero me gusta. Me cae. Otra impresión: la gente quiere reírse con Eurovisión. Es así. Ya nadie se cree lo del concurso y, puestos a comérnoslo con patatas, que mejor que ir a reírse. ¿Qué pasará el día 8? Se admiten apuestas. (Gracias a todos los interneteros que han apoyado y jugado con nosotros. Nunca pedimos nada. Ha sido una reacción natural y espontánea).
Estopa y M-Clan
Vuelven los grandes: Estopa y M-Clan.
El diezmado panorama musical español, los necesita como agua de mayo (o de febrero) y ya están aquí. Y publican sus respectivos discos el mismo día 26. He tenido el placer de escuchar sus trabajos, antes de la publicación.
Con los Muñoz, cumplimos nuestro ritual. Me fui a su estudio, saludé a sus padres, nos encerramos en la pequeña habitación donde obran sus milagros rumberos y, venga, música a todo trapo. El nuevo «Allenrock» suena que te cagas. Se lo han producido ellos y, como lo tienen tan claro, suena rotundo. Explora más sonoridades, crece, impacta y no va a decpecionar. Un periodista los calificaba como «el grupo sin altibajos». Y es verdad. Yo les comento a menudo que «tenéis la fórmula de la Coca-cola» y David me replica «sí, pero no queremos ser previsibles». Se exigen un huevo. Hay metales, muchas guitarras (más duras) y canciones de amor. ¡Son unos románticos! «Allenrock» sigue teniendo sabor a cerveza. Volverán a triunfar.
M-Clan me ha mandado su «Memorias de un espantapajaros» y, en mi modesta opinión, me parece uno de los mejores que han hecho. Y no lo digo como fan (que lo soy). Les ha ido muy bien, esperar un poco más, destilar las canciones, recrudecerlas, llevarlas a territorios sureños. Todos los temas, a los pocos segundos, parecen clásicos de su repertorio. Se tararean al instante. ¡Y qué decir de Carlos Tarque! La mejor voz del rock español. Todo el mundo quiere colaborar con él. Pero se ha guardado lo mejor para su propio grupo. Rolling Stone lo considera el disco del mes.
Puede que la música esté jodida, pero nunca morirá. Lo que está jodida es la industria, el negocio. Cuando los buenos grupos anuncian su aterrizaje, te entra esa ilusión en el cuerpo, ese pinchazo en el estómago. Eso los hace diferentes a los fabricantes de melodías para móvil, a los sensiblones de veinte años, a los clones y a los modernos que cantan en inglés aún siendo de Tárrega. Verdad, rock y larga vida a la música.