Pasé por Formentera y volvió el color. Acuarela líquida, mucho sol y más ganas. Esa es la mezcla. El resultado, es casi un decorado de dos metros de largo. Verano a la máxima potencia. Aire puro y mar. ¿Hay algo mejor?
Volvió el color
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Vacaciones baratas
Tal como está la situación, no sería mala idea que nos planteáramos unas vacaciones que consistirían en mirar el mar todo el rato. Esta familia de turistas ya lo ha puesto en práctica en Menorca. El mar nunca decepciona. Hay algunos (los «marescépticos») que lo consideran repetitivo y sobrevalorado. Recuerdo, por ejemplo, una canción del gran Javier Krahe en la que dice: «Mirar el mar. Qué redundancia, con esas olas dándose importancia». Quizás tenga razón, pero no me negarán que es un espectáculo soberbio, libre, con música de fondo y una verdadera orgía de tonos azules. Y lo más importante: de momento es gratuito, aunque será mejor no dar ideas. Mirar el mar te lava la cara con su aire salado, te despeina hasta las malas ideas y terminas como nuevo. Yo lo dejo ahí.
«Fotodiario» en El Periódico
La tentación
Sucede siempre durante las vacaciones. Hay un lugar, un momento, en el que se te pasa por la cabeza. Luego, desaparece. Es una tentación en toda regla. Piensas: «¿Y si me quedo aquí para siempre? Ya que esto es tan bonito y yo estoy tan bien, ¿por qué no rompo con mi vida anterior y empiezo una nueva en este preciso instante?». Se reconoce a la persona que está pensando algo así por la pequeña sonrisa que ilumina su cara y la luz que desprende. Pero luego, sin saber por qué, la tentación se queda muda, no habla y volvemos a casa. Algunos lo llaman sentido común. Otros, sencillamente, miedo.
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Documentalismo veraniego
Primera y más importante regla de oro de un turista: un lugar no retratado es un lugar no visitado. Segunda regla: si tú no sales en la foto, estamos igual. Por eso, los visitantes se dedican a coleccionar paisajes. Antes nos enseñaban los álbumes o nos «pasaban» las diapositivas. A veces era un suplicio. Ahora, con un simple desplazamiento del dedo sobre la pantalla del teléfono, vas cambiando la imagen, saltando de escenario en escenario, viajas por todo el mundo en medio minuto. Estas dos chicas son italianas. Resulta muy extraño porque en Formentera casi no se ven italianos (modo ironía extrema). Pese a ser un acantilado y asarnos de calor, iban vestidas como para salir de fiesta. Algo muy italiano también.
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