Aunque la txapela no me quede del todo bien, estoy encantado con el premio Txapeldun del año. Porque comimos de maravilla, porque me lo entregó mi gran amigo Mikel y porque Sagardi me viene demostrando que es un marca con oficio, respeto por lo que hace y generosa. Por todo eso y por mucho más, gracias de corazón.
Gracias Sagardi
10 años de Captura
Nuestra «niña bonita», Captura ya tiene diez años. Todavía recuerdo como nació. Los de El Terrat estábamos en la Estación de Francia, realquilados, y yo le propuse a Santi Millán que me acompañara en este viaje. Enviaríamos cámaras de fotos digitales (el fenómeno empezaba a despegar) a personajes conocidos y solo les pediríamos algunas instantáneas de su vida, una muestra de sus «miradas». Algo así como un club. Algunos nos dijeron que sí y conseguimos contagiarles esta pasión por las fotos y una suerte de «documentación cotidiana» que se actualizaba constantemente. El resto fue… perseverancia.
Diez años no se improvisan y piden mucho, mucho cariño para el proyecto. Ahí está Mia Font, «el jardinero digital» que ha regado cada día el huerto y solo así han brotado más de veinte mil imágenes. Manteniendo la llama encendida en estos tiempos resultadistas, donde si algo no da mucho dinero parece que no interesa. Pues, no. Captura no nos otorga ningún beneficio, ni lo pretende. Quizás ahí está la gracia o el motivo de su longevidad. Tenemos un verdadero archivo monumental que , desde hace mucho tiempo, abrimos también a todo el mundo. Les denominamos «invitados» y nos consta que es un pequeño acontecimiento que celebran y valoran. «¡Me han publicado en Captura!». Esa satisfacción es nuestro mejor premio.
Los personajes famosos impulsaron el lanzamiento, pero el cohete sigue en el espacio por la aportación de la gente en general. Bueno, Urmeneta, Font, Reta, Quevedo, Sistiaga, Poblet, un servidor… publicamos desde el primer día. Déjenme que saque un poco de pecho por los veteranos aunque el agradecimiento es para todos.
Durante todos estos años, la fotografía digital ha evolucionado mucho, lo último fueron los teléfonos con cámaras y las redes donde se publican y comentan miles, millones de imágenes. Bienvenidas sean. No hacen otra cosa que confirmar lo que tímidamente vimos hace diez años: como la red podía multiplicar la pasión por la fotografía sin tener que ser un profesional. Creo, sinceramente, que nosotros vamos por otra carretera. Ni mejor ni peor. Somos una pequeña sala de exposiciones en el ciberespacio. Nada más y nada menos.
Captura sigue viva. ¿Saben por qué? Porque Mia me dijo hace poco: «llegamos a los diez años». Ahí sigue. Horas antes, le había sugerido que «ficháramos» a un nuevo «capturador» que debutará en breve. La idea sigue con sus constantes vitales intactas. ¿Una foto del momento?
P.D.: Gracias a todos los amigos que han soportado estoicamente que les retratara una y otra vez. Entre ellos, mi perro Mel.
La cabeza de Urmeneta
Cabeza rockabilly por mi gran amigo Mikel Urmeneta, fundador de Kukuxumusu y un apasionado del dibujo y del arte, una gran persona y artista.
Hace pocos días os hablé de él y de su nuevo proyecto Kukuxumusu Relocated (en el «Top 10» de las mejores galerías del estado) que no te deja para nada indiferente. Un placer tenerte por aquí de nuevo amigo.
Urmeneta siempre sorprende
Mikel Urmeneta me gusta porque siempre me sorprende. Es un ser lúdico, pasional, artístico y provocador. Un tío muy grande con una alma libre y una cabeza llena de maravillosos chorlitos.
Juan Cruz, periodista y amigo común, me pidió una definición para su diario. Le dije que era «el último rey de Navarra que vive voluntariamente en el exilio». Ese «exilio» es Nueva York, su paradoja espacio tiempo, desde donde lo controla todo, lo piensa todo, lo retrata y lo vive todo.
La última locura es una pieza inclasificable llamada «Kukuxumutxu relocated» y puede vivirse en la galería Moisés Pérez de Albéniz de su Pamplona natal. ¿De qué se trata? Pues es muy fácil. Urmeneta ha trasladado su empresa de diseño a la galería durante dos meses. Veintidós trabajadores, horario de oficina, cámaras y micrófonos a disposición de los visitantes y también on line.
¿Qué? ¿Alucinante, raro, diferente? ¿A qué cuesta de definir? Pues así es Urmeneta y lo que propone. En estos tiempos de corrección, de miedo, de falta de recursos, de riesgos raquíticos, de miradas estrechas, resulta gratificante que Mikel siga haciendo de las suyas. Y que siga así, por muchos años…
Taller improvisado en New York
Mikel Urmeneta, el gran anfitrión, suele dejarme todo lo necesario para dibujar y pintar en su apartamento. Casi siempre aprovecho la ocasión.
Luego solemos intercambiarnos las obras e intervenir en la del otro. No puede ser más estimulante. Un noche salí a cenar y dejé el apartamento así. Pensé que si entraban a robar, saldrían rápidamente por patas.