No pasen nunca toda una noche dentro de un archivador. Si les dicen que no pasa nada, no se lo crean. Nosotros lo hicimos y, oye, nunca más.
No pasen nunca toda una noche dentro de un archivador. Si les dicen que no pasa nada, no se lo crean. Nosotros lo hicimos y, oye, nunca más.
A menudo me preguntan si suelo verme a mí mismo en televisión. Les digo que desde que vamos en directo lo tengo más difícil. Debería volver a casa rápido, más rápido que la velocidad de la luz, y a lo mejor viajar al pasado. Eso sería, sobre todo, muy caro. Lo mejor es conectarse a Internet. Ahí está todo. Me veo, de vez en cuando, no por hedonismo sino para mejorar. Soy mi peor crítico y me gusta que sea así.
«Fotodiario» en El Periódico
Casi todo el mundo duerme cuando nosotros, los del programa, volvemos a casa. Se apagan las luces pero el sonido y las risas siguen en nuestras cabezas. La adrenalina famosa, que nos mantiene despiertos, nos impide acostarnos. Hemos vuelto a las madrugadas y la pregunta «¿a qué hora consigues dormir?» se ha convertido en una competición para el equipo. Cuando la ciudad duerme, los cómicos saborean su trabajo, repasan sus fallos y esperan mejorar dentro de 22 horas. Así cada día.
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