Mejor año 2013

Martes, 1 de enero de 2013

Yo es que no me atrevo a desear «feliz año». Tiene algo de perverso, de inconsciente o naíf. La felicidad, siempre tan frágil, tan súbita, un pellizco cariñoso del alma, parece esconderse en estos tiempos de incertidumbre como los caracoles en su caparazón. ¡Fush! A la menor amenaza, ya se ha escondido… Yo asocio felicidad a bienestar, a servicios sociales dignos, a representantes políticos más concentrados en rescatar a las personas que a los bancos, a empresas modestas que pueden seguir trabajando, a familias que lleguen a final de mes… todo eso. Una vida sin lujos, vale, pero con dignidad. Felicidad es igual a tranquilidad. Al menos, en lo que está en nuestras manos. Luego la vida ya escribe su propio guión. Por cierto, que la palabra lujo se ha podrido. Ya está, ¿no? Lo he pensado mirando los anuncios de estas fiestas. ¿A quién se dirigen? ¿De qué planeta son esos jóvenes blancos como vampiros que deambulan por fiestas anunciando fragancias? Nunca necesitamos nada de todo eso, pero ahora se convierte en algo patético. Para mí un lujo son dos huevos fritos y un vaso de vino en buena compañía.

Pero todo eso -las condiciones climáticas para que surja la felicidad- ahora está emponzoñado, desenfocado, perdido o camino de ser perdido. La ola neoliberal que arrasa Europa es un tsunami disfrazado de austeridad (eso dicen), aunque se vea el cartón de siempre: bienestar para el que tenga pasta y un montón de listos esperando a ver si les toca una privatización. Y el dinero quieto, escondido, «hasta que pase todo esto». La izquierda, que fue garante al menos por definición del equilibrio social y tantas cosas, está en un rincón lamiéndose las heridas. ¡Vaya panorama! Preguntas a los que saben y vaticinan un 2013 quizás peor. Mejor no preguntar. Yo solo puedo desear un mejor año 2013. Y la felicidad… que cada uno la busque como pueda, la identifique, la blinde, la proteja… Vamos a tener que llenar los depósitos de optimismo porque ya vamos en reserva. Por nosotros que no quede. Ahora levantemos la copa y brindemos. ¿Alguien tiene un motivo?

«El Berenjenal» en Interviú.

Publicidad por la cara

Lunes, 22 de octubre de 2012

Hay gente que todavía no es consciente de que, hoy en día y gracias a las redes, se sabe todo. Como esta clínica dental de una ciudad de México que ha pirateado sin problemas la publicidad que hace tiempo hice para Dewar's. La clínica en cuestión sostiene que recupera sonrisas (un clásico del gremio) y, claro, le venía al pelo la del whisky. ¿Para qué hacer otra si ya está hecha? Se corta, se pega y, venga, a operar bocas. Han conseguido que me quede con la mía abierta. México, un país emergente.

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La manzana del deseo

Lunes, 19 de marzo de 2012

No tengo ninguna prueba, pero estoy convencido de que esos tipos que esperan días a las puertas de las tiendas Apple para adquirir el último producto, los pone la misma compañía.

No hay una campaña de márqueting mejor. Apple basa parte de su encanto en el deseo, en el ansia, en la sensación (solo es una sensación) de plenitud que otorga tener «lo último».

Y lo último siempre se queda antiguo. Cuando ya estás satisfecho y tienes tu dosis, se sacan de la manga una nueva versión y así vuelve el ansia y sus beneficios. Me quito el sombrero. En plena fiebre consumista con centenares de marcas buenísimas, ellos a lo suyo.

Ahora han sacado el iPad 3 pero lo llaman iPad. Sigue sin poder dibujarse bien, no acaba de ser un portátil aunque ya se le acerca, pero todo eso no importa nada. Dentro de un año sacarán otro que habrá mejorado al actual. «Ya lo tienen, pero no lo quieren sacar», solemos conspirar. Eric Ladd, el de la foto, pasó treinta y seis horas a las puertas de la tienda en New York para conseguirlo. Pagando, claro.

Pensé en Apple durante el último congreso mundial de telefonía celebrado en Barcelona. Ellos no estaban y a mi me extrañó. Todos los mejores fabricantes del planeta, menos los autores del iPhone. No solo eso: en mitad del congreso, lanzaron una nota de prensa anunciando un importante evento para dentro de unas semanas. ¿Por qué? Calculada estrategia otra vez. Ellos se montan sus eventos. Si te portas bien, te invitan. Y, si no, a hacer cola como el de la foto, a «desear» y a formar parte del club. Saben que tienen un producto diferente, que marcan tendencia y que van destacados, así que actúan en consecuencia.

Está por ver si los sucesores de Steve Jobs van a saber mantener este estilo de singularidad, misterio calculado, innovación y elitismo asequible. Yo, por mi parte, voy a sumergirme en el mundo Android donde tampoco nadie regala nada. Nadie regala nada en ningún lado y casi no hablo por teléfono pero ahí estoy… pillado como todos.

La manzana del deseo

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