Un seguidor llamado Tomeu, regaló la otra noche a Berto una foto dedicada. En ella aparece el tal Tomeu en calzoncillos, con una sonrisa enigmática y -de su puño y letra- un corazón. Berto se quedó con esta cara. ¿Será mi compañero de programa un nuevo icono gay? Y, si es así, ¿qué le está pasando al colectivo gay? Los espectadores nos sorprenden más a nosotros, que nosotros a ellos.
El cariño de Tomeu
Pocoandreu
Un seguidor dice que no ha podido evitar «pocoyohizarme» o algo así. Muchas gracias. Por cierto que mantengo contacto con el Pocoyó original y muy pronto sabréis por qué. Hasta aquí puedo escribir/leer.
45 tacos
Ha sido cumplir años y ponerme enfermo. ¿Casualidad? ¿Azar? ¿Una señal? No sé. Menos mal que tengo un equipazo que sale al aire como si nada. Gracias.
Pero mi agradecimiento de hoy es todavía más profundo. Con motivo del aniversario he vuelto a comprobar el cariño de la gente. Hablo de la gente de verdad, la que nos sigue a pesar de los horarios. Porque hay algo especial que nos une: muchos años, muchas risas, más de veinte años juntos, que se dice pronto. Ese cariño está siempre en el aire, nos empuja y nos protege, pero a veces notas un poco más el suave pellizco de la complicidad. Si hay otro Buenafuente por ahí, en el espacio, le deseo todo lo que me sucede a mi en este planeta.
El dibujo es de nuestro último descubrimiento: Herikberto.
Los detalles
La generosidad y el detallismo de los espectadores es infinita. Y siempre sorprendente. Cada noche nos traen algo. Dulces, embutidos, tazas, licores, edredones, aceite, cuadros, fotomontajes… Es alucinante. Se lo contaba hace poco a alguien y no me creía. «Exageras». «¿Que exagero? Ven una noche al programa y ya verás».
De la oleada de presentes, con sus cartas, sus libros para firmar, sus demandas siempre razonables y miles de cosas más, rescato esta… esta… obra de arte. No importa la calidad. Lo que importa es que piensen en nosotros, se tomen la molestia de venir a un polígono, esperen más de una hora y luego participen del show. Siempre, siempre estaremos agradecidos al público. Sin ellos, no seríamos nada. Bueno, seríamos unos graciosos más.
AAAAAAAAAUUUUUUUUUUUUUUUUU!!!!!
Un espectador, Pedro Andreo, me regala este dibujo que ha hecho con un compañero con el que estudia arquitectura. Muchas gracias. Charlie Rivel, el mítico payaso, con su grito de guerra/risa. El lamento más emblemático del siglo XX.
Vuelvo a acordarme de Leo Bassi y su canto de amor a los payasos, a la poesía y el significado de los payasos.