Arte entre bambalinas

Sábado, 7 de marzo de 2009

Esta pintura que representa… que representa… un coche, es el regalo de un espectador y preside desde hace unas semanas las bambalinas del programa. La vemos todos antes de salir a escena. Me consta que se han originado varios debates con el fin de determinar el estilo, la corriente en la que deberíamos clasificar la obra. De momento, no hay un veredicto ni un acuerdo al respecto. Seguimos deliberando.
Arte entre bambalinas

El aceite

Domingo, 18 de enero de 2009

Tú puedes estar en el mejor restaurante del mundo que, si te sacan un plato con aceite y un buen pan, se te va la mano y no puedes dejar de probarlo. Es así. El aceite es la sangre que corre por las venas de nuestra cultura gastronómica. ¡Toma frase!

Recuerdo la otra noche, cuando vino Sara Montiel, y contó que le hacía huevos fritos con aceite a Marlon Brando en Hollywood. «Allí los fríen con mantequilla», dijo con una mueca de asco.
El aceite
Yo tengo la suerte de poder «coleccionar» aceite. Me lo traen muy a menudo los espectadores. Tengo oro líquido de todos los rincones de España. Un verdadero lujo. Incluso suelo regalarlo. Me lo traen de mi comarca, el Baix Camp en botellas de cinco litros. De un verde dorado que levantaría al Imperio Romano de sus tumbas.

Bueno, paro que me emociono. Viene mi cumpleaños y ya he dado una pista para los regalos.

Mi colega Rouzbeh

Lunes, 10 de noviembre de 2008

Madrid volvió a sorprenderme. Lo hace cada vez que voy. Destaco la calidez de todos los que me hablan del programa. Lo hacen con humor, con cariño, con declarada fidelidad. De alguna manera, eso me carga las pilas porque cuando les pones cara a los seguidores, la televisión se humaniza y cobra sentido. Entré en un bar a tomar un café. Era un bar en el que trabajaba Rouzbeh, un iraní de unos cuarenta años. Me lo presentó el dueño. Me dijo que era dibujante, que había hecho cosas en su país pero que en Madrid, había empezado en la escuela de animación. Algunos de sus dibujos colgaban en el bar y, de repente, me animó a escoger uno: «El que quieras. Te lo regalo». «Muchas gracias. Yo también dibujo, así que puedes tener por seguro que valoro mucho el detalle». Me quedé con éste que lo dice todo. Un hombre, con la casa a cuestas y caminando de noche por un desfiladero». Lo encuentro emocionante.
Mi colega Rouzbeh
Rouzbeh, me regaló un trozo de su vida. Me invitaron al café y a un dulce de miel frita. Pensé que así es como me gustaría que fuera este país. Donde los que vienen buscándose la vida, se integran, mejoran, encuentran más posibilidades y se relacionan con los que tuvimos la suerte de nacer aquí. Todo lo que no sea esto, es una acumulación de culturas, a menudo cerradas y temerosas, que no hacen otra cosa que ahondar en las diferencias, multiplicar los recelos. Eternos inmigrantes que nunca echan raíces definitivas. Me temo que las dos partes, receptores y recién llegados, tenemos mucho trabajo por delante. Quizás hablemos de varias generaciones.

Amabilidad

Viernes, 3 de octubre de 2008

Amabilidad

La amabilidad es un bien preciado y no todos lo poseen. Cuando, en un restaurante, te sirven el postre como me pasó a mí y lees «Hola», sonríes porque alguien ha sido amable contigo. Y mira que es fácil y barato. Los pequeños gestos que provocan un pellizco de felicidad, son los mejores. Nos ayudan (más de lo que creemos) a soportar el día a día. Los míos están llenos de gestos así. Muchos espectadores traen regalos y no sé cómo agradecerlos, porque más que el regalo en sí, lo que se valora es el gesto.

Como los amigos que vinieron el otro día desde Valladolid y me trajeron una réplica del ayuntamiento en miniatura. O la chica que me regaló uno de esos lápices de astronauta con los que puedes escribir boca arriba, voy a acabar fatal de las cervicales. O las camisetas, los libros dedicados, las maquetas de futuros discos, cargadas de ilusión. ¿Cómo devolver todo eso? Lo primero, consignándolo como hago ahora. Me llega todo, lo valoro todo. Lo último: un juego de vasos del mundial 82, con su naranjito. ¡Me quedé sin palabras!

Cuando regalas entregas cariño. Ya lo decía el gran Álex Rovira: «es mejor regalar que recibir». Estoy de acuerdo. Hoy actuamos en Santander y estoy convencido de que volveremos a recoger toneladas de cariño. Para eso hemos inventado el Terrat Pack: para «sentir» que el humor une y dulcifica y crea una harmonía como pocas cosas en la vida. ¿Quieren que les traiga anchoas?

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