Mi manifiesto

Martes, 26 de abril de 2011

No hay nada mejor que tomar distancia de las cosas, para darle el valor y la importancia que tienen. No estoy cabreado, ni siento amenazada o coartada mi libertad. ¡Faltaría más! Estos días de vacaciones me han servido para pensar un poco (muy recomendable) y voy a internar resumirlo. Esto no tiene más pretensión que dejar claro lo que pienso y agradecer todas las muestras de apoyo. Seguiré haciendo lo que sé hacer, para la gente que quiera seguirlo y con más ilusión que nunca.

—Las redes sociales son importantes pero no son el centro del universo. Son una herramienta más de la revolución tecnológica.

—Tenemos mucha tecnología a nuestro alcance pero se nos ha acabado la paciencia, las ganas de escuchar, debatir y enriquecernos. Nos vale con el ruido, el nuevo opio para estos tiempos encabronados.

—El ruido no cambia las cosas. La acción, sí.

—»Seguir» a alguien en una red social no debe ser sinónimo de acoso o coacción. La libertad de expresión está por encima de todo y de todos.

—El anonimato es la máscara de los cobardes. El insulto, su única manera fácil de expresarse.

—Los que me atacan no me conocen, ni yo los quiero conocer.

—¿Para qué y cómo usaremos tanta tecnología?

—Podremos ser una sociedad interconectada y justa, que reclama información libre a la vez que da voz y oportunidades, o una red de ociosos burgueses quejicas e intolerantes. De nosotros, depende.

—Haríamos bien en invertir toda esa rabia que circula por internet, en salir a la calle, movilizarnos, decirles a los culpables de la crisis que no tragamos.

—Hay que mover más el culo y menos el ratón del ordenador. ¿Hacen falta más ejemplos de revoluciones, de gritos populares por una sociedad más equilibrada?

—Hay más gente buena que mala. Siempre ha sido así y siempre lo será. Yo trabajo para los buenos.

—Los periodistas (o lo que queda de ellos) están embobados con las redes. Utilizan las «entradas» como noticias (la mayoría de veces es mera cotidianidad) y no se molestan en confirmar o documentar. Una prueba más de la decadencia errática de la profesión.

—La nueva censura son los intereses empresariales de las empresas de comunicación.

—Búscate las fuentes de información. Aplica tu sentido común, selecciona y acércate a la verdad.

—Y, por último, recuerda: mucho mejor un buen arroz con los amigos de verdad que dos horas en internet.

Andreu Buenafuente
2011

El odio

Martes, 12 de abril de 2011

Sabía que iba a pasar lo que pasó. Invitamos a la ministra Sinde, aceptó, no se pactó nada de nada y, después, una buena cantidad de personas me han puesto a parir. No entiendo tanto odio.

Quizás la ley Sinde tenga sus fallos. Seguro. Pero, ¿de dónde sale tanta agresividad? Los que me critican, no deben ver el programa muy a menudo. Yo no soy como querían que me comportara y no voy a permitir que se me juzgue después de más de veinte años de ejercicio de la profesión en libertad.

Estamos en plena transformación social e industrial. La cultura tiene el enorme reto de adaptarse a la realidad digital, respetando a todas las partes: creadores y consumidores. A base de gritos y descalificaciones no haremos nada. Con la gratuidad no iremos a ninguna parte. Bueno sí: nos vamos más al fondo de la ruina.

Estoy convencido de que han faltado toneladas de pedagogía por todas las partes, para trabajar codo a codo en la construcción de este futuro. Cuando se legisla, hay que saber explicarlo. Cuando uno incendia las redes, debe haber leído la ley, sus pormenores. ¿Lo han hecho todos? Diría que no. Necesitamos contenidos que protejan a los creadores, webs de pago baratas, mejores conexiones y a mejor precio, expulsar a la piratería, modernizarnos y estar al nivel mundial. Odiándonos no conseguiremos nada. No he firmado ningún documento ni a favor, ni en contra de la dichosa ley.

Solo quiero un país civilizado, bien comunicado y con sentido del humor. Cuando me insultan me hago pequeño.

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