Gracias Pau Gasol, por permitirme pasar el día contigo. Uno es mitómano desde pequeño y ayer pude comprobar una vez más que los más grandes suelen ser los más modestos, listos y sensibles.
Gasol me invitó a presentar su libro en Barcelona y yo le invité a mi programa. No creo que haga jamás, un trato tan favorable cómo éste. A mí es que me emociona la carrera de éste chaval de Sant Boi que, empujado por su talento y su destino, se planta en la NBA, deja boquiabiertos a los americanos y protagoniza una historia de superación sin precedentes. Es «uno de los nuestros», un luchador, un amigo que no cambia sino que se transforma para bien. Me pasé el día a su lado o mejor dicho «a su sombra». No se puede ser más alto. Me sentí cómodo y contento.
Luego en la tele, metí una canasta milagrosa gracias a su asistencia y, encima, vinieron los Estopa a redondear la fiesta. Lo dije al acabar: «Estos son los momentos que valen la pena y que te brinda hacer un programa cómo éste». Me pidió que le dedicará el libro gigante y le puse: «El más grande es el más persona».
P.D.: Nadie es perfecto. El día antes dejé tirado a Ferrán Adrià. No me acordé que habíamos quedado para cenar y yo estaba en una función benéfica en el teatro Tívoli. Espero que nuestra amistad sirva para que me disculpe. Te debo dos Ferrán.