Ramón González, un joven ingeniero que trabaja en la mejor universidad del mundo (MITT), nos dio una lección a todos en el programa. Una lección de humildad para empezar. Pese a su despampanante currículum, transmitió ilusión, ganas, respeto por los orígenes y por los profesionales que, como él, han tenido que marcharse de España para prosperar.
Este es un hombre que escribió un mail al programa agradeciendo que le ayudaramos a soportar la distancia con nuestro humor y pidiendo que diéramos voz a su experiencia, a su caso que es el de muchos. No podíamos negarnos. Y el premio a nuestra apuesta fue conocer a un buen chico, que habla claro pero no hiere, que está aprendiendo a toda velocidad, que valora las relaciones humanas por encima de los títulos. Harían bien las autoridades españolas escuchándole un poquito y aplicando sus conocimientos aquí. Él está por la labor.