Me las prometía yo tan felices (o infelices, según se mire). Tenía preparado mi artículo de hoy dedicado a José Mourinho y al impagable reguero de bilis y mal rollo que deja como herencia tras su paso por el fútbol español. Hablaba de esa sensación de alivio que te queda cuando alguien tóxico desaparece de tu cotidianidad. Mou iba de malo, pero hasta para ser un buen malo hay que valer. Bueno, pues estaba encarando el teclado cuando aparece Aznar en Antena 3 (¡qué cara, qué miedo!) y planta su chiringuito de autobombo, críticas al Gobierno actual y demás armas de seducción masiva. ¡Lo que faltaba! Otro que va de malo, de estadista austero y responsable y que, por supuesto, padece amnesia parcial e interesada.
Porque cuando Aznar habla de su etapa al frente del Gobierno y del crecimiento de la economía en aquella época, lo hace sin rubor. Lo pone como garantía, como crédito para su hipotético retorno sin importarle las hemerotecas. ¿O es que no nos acordamos de cómo se fraguó la burbuja inmobiliaria? Su Gobierno fue el que abrió el grifo neocapitalista a saco, con sus leyes, sus privatizaciones, trapicheos, amigos de pupitre y demás mandangas. Él estaba en el trío de las Azores, de infausto recuerdo. Fue entonces, durante aquel festín desbocado e impúdico, cuando los políticos se vinieron arriba con sus ambiciones y choriceos.
Mucho de aquel desaguisado lo estamos pagando ahora, con Zapatero de por medio (cronológicamente), que no supo frenar aquella orgía decadente. A Mariano le ha tocado lo peor: gestionar esa ruinosa herencia en mitad de un cataclismo económico global. Ahora Aznar nos propone volver a la casilla de salida. Sí, claro… Y una cosa más: no me creo a Aznar cuando discrepa de su propio partido y va de renovador y valedor de los orígenes y la pureza. ¡Qué va! Eso lo tienen hablado entre ellos, a raíz del enorme deterioro del PP. Va a ser un ¿dónde está la bolita? para mantener a flote y al alza a los populares. Hay demasiado en juego como para dejar a Mariano hundiéndose lentamente como el capitán del Titanic.
«El Berenjenal» en Interviú.