El periodista Pau Arenós es el mejor explicando la cocina, sus gentes, sus platos, sus tendencias, su pasado, su futuro, su todo. Decir que uno es el mejor en lo suyo parece fácil, pero lo que tiene es mucho mérito.
Conozco a Arenós desde hace mucho tiempo. Fue el primero en entrevistarme cuando hacíamos EL TERRAT en Radio Barcelona, tomándonos en serio. Con respeto, cachondeo y escuchando. Porque, aunque no lo parezca, Arenós escucha y luego habla bastante (todo interesante), pregunta y lo remata escribiéndolo con una sensibilidad exquisita rozando la poesía.
Una vez escribió una novela y me pregunto qué me había parecido. «Demasiado buena» le dije. Escribe tan bien que aquella novela era como tres, todo caldo, todo sustancia.
Cuando Arenós habla, los chefs españoles (posiblemente los mejores del mundo) callan. Lo he visto con mis propios ojos. Y no dogmatiza. Solo documenta, explica, razona y compara, porque tiene tantos platos en la cabeza que yo no se cómo puede hacer la digestión.
El tío es listo, tiene retranca, muchos kilómetros, muchas servilletas anudadas al cuello y es de Castellón. Es un amigo que no pide favores. Un vitalista disfrazado de crítico. La cara lo delata.
Créanme: compren este libro sobre el fenómeno de los fogones en nuestro país y no compren ninguno más. Ya está. (Que conste que la última comida con Pau la pagué yo).