Otro Sant Jordi vivido y disfrutado. Quizás éste sea uno de los mejores. La renovación del cariño de todas y todos los seguidores, en estos tiempos de dispersión televisiva, resulta que tiene mucho, mucho valor. Después de tantos años.
Con la de cosas que hemos hecho, con un programa en las profundidades de la madrugada. Pues ahí estaba la gente, la única «verdad» de nuestro oficio. Al menos así me lo planteo yo. Yo trabajo para la gente. No trabajo para los periodistas, ni para los críticos que se la cogen con un papel de fumar, ni para los frustrados, ni los «miopes» que no ven, ni quieren ver lo que pasa. Gracias a la «gente» estoy donde estoy y en Sant Jordi me lo recuerdan.
Fueron casi siete horas firmando sin parar. Hubo comida familiar, algún pequeño paseo, bastantes fotos y el amor escurridizo que sobrevolaba una ciudad preciosa. Es EL MEJOR DIA DEL AÑO.