Los libros nunca morirán

Jueves, 1 de mayo de 2014

«Dentro de dos generaciones, los libros serán algo del pasado». Un señor inglés, muy serio, lanza esta aseveración a la cámara sin despeinarse y el reportaje se ilustra con unos niños consultando sus tablets como si tal cosa. (Mi hija tiene un año y medio y ya lo maneja. Desliza su dedito y alucina con las imágenes). Todo esto sucede a altas horas de la madrugada. Ha terminado mi programa del día 23 de abril, el día del libro, Sant Jordi. Esa misma mañana me he sumergido un año más en la multitudinaria fiesta cívica de los lectores. ¿Han estado alguna vez en Barcelona un Sant Jordi? Es, sencillamente, IMPRESIONANTE. Y, claro, pienso: ¿de dónde sale ese agorero especialista inglés? ¿De verdad va a desaparecer el libro? ¿Qué nos regalaremos por Sant Jordi? ¿Smartphones? ¿Qué pensarán los miles y miles de personas que hoy han glorificado el libro como algo imprescindible en sus vidas?%u2028

Sant Jordi es una revolución pacífica en toda regla. Una invasión de las calles, una ocupación lúdica del espacio público. Es un día laborable, dicen, pero yo no conozco a nadie que no haga fiesta por la mañana o por la tarde para salir a la calle y comprar libros, rosas y hacer colas interminables para conseguir una firma de su autor favorito. Todo el mundo lo sabe y todo el mundo lo tolera. No recomiendo a los del programa El jefe infiltrado que rueden un episodio ese día. El jefe se tiraría de los pelos viendo su oficina semivacía. Por un día no pasa nada, ¿no? He tenido el placer de poder vivirlo en todas sus facetas. Recuerdo cuando editábamos nuestras recopilaciones de monólogos y nos poníamos frente a nuestros seguidores, pluma en ristre. ¡Aquello era una bendita locura! Firmas, besos, fotos, breves charlas, regalos, confidencias, emoción a flor de piel… Una vez firmé un quiosco, como lo oyen. Se encuentra en la calle Bailén de Barcelona si no lo han demolido. Lo firmé todo menos los libros de otros (costaba convencer al seguidor, no crean) y libros para perros. «¿Se lo puedes dedicar a mi perro?». «Perdona, pero ahí sí que no. No creo que el perro pueda leerlo y, si lo hiciera, te recuerdo que los perros no saben reír. Así que no». Se marchó contrariado, qué le vamos a hacer.

La gente cuando quiere algo es muy tenaz y poco dialogante. Acababan aquellas jornadas maratonianas y tenían que pasar varios días para que nuestras cabezas ordenaran y digirieran lo vivido. Y ni así, dado el alud de impulsos que recibíamos. Quedaban las fotos y un dolor casi agradable en la muñeca y en los dedos de tanto firmar. A menudo se nos criticaba desde las esferas más puristas de la literatura. Se nos tildaba de intrusos, se nos quería aguar la fiesta. Se inventaban categorías nuevas en los rankings, corrales para acotar a los «no escritores». Vale. Pero a la gente todo eso le daba igual porque habían comprado su libro de regalo, el que les daba la gana, el que sabían que le iba a hacer ilusión al destinatario. Triunfaban (y siguen haciéndolo) personajes populares y yo creo que esto no tiene por qué ser malo necesariamente. ¿Va a ser malo que se vendan libros? Este año, por ejemplo, ha arrasado Belén Esteban. Había que ver la peregrinación. La gente (devota catódica) parecía que iba a pedir un milagro a la Virgen de Guadalupe. Mejor tomárselo con humor y analizarlo con el objetivo más abierto posible. %u2028Sant Jordi no es el día de la literatura, es el día del libro, que es un poco diferente. La literatura, profunda, exquisita, casi infinita, adictiva, sigue otros caminos, responde a otros consumos y usos. El buen lector de verdad, ese que goza de una novela poco conocida en la tranquilidad de una terraza por ejemplo, quizás no ha comprado su libro en las fechas señaladas. Si es un buen lector, entendido y con criterio, comprará uno o dos libros cada mes y su pasión le mantendrá al margen de las tendencias y de las fiestas. Yo creo eso. Y vuelvo al especialista inglés, ese antropólogo que pretende hacernos creer que vamos a prescindir de todo eso. Que vamos a escoger la frialdad de la pantalla, la tinta electrónica. Pues mire usted, no estoy de acuerdo. Quizás haga un libro sobre eso.

«El Berenjenal» en Interviú.

Otro Sant Jordi, más cariño

Lunes, 25 de abril de 2011

Otra jornada del día del libro en Catalunya, el mítico Sant Jordi, el día de la gente, de los libros, de las rosas, del buen rollo.
Y ahí estaban, otra vez, montones de buenos seguidores, haciendo cola para recibir una firma, para compartir unos instantes, para renovar ese pacto que nos mantiene vivos. Porque los seguidores, vosotros, sois toda la razón de nuestro trabajo. Ni «twitters», ni audiencias, ni estrategias, ni márketing, ni nada. La gente para la que trabajo desde 1989, que es cuando me convertí involuntariamente en cómico, o presentador o comunicador o lo que sea.

Sant Jordi 2011

Le pregunté a este seguidor si podía usar su foto. «Vale». Me gustaba su camiseta, su manera de no pedir nada importante: solo una firma, un mero contacto. Con esas toneladas de cariño he vuelto a considerarme un afortunado y capaz de afrontar los mayores retos. Gracias a todos. Juntos podemos con todo.

Sant Jordi 2010

Lunes, 26 de abril de 2010

El día de Sant Jordi en Barcelona pasa volando. Rápido, muy rápido. Firmé durante cuatro horas, constatando una vez más, la inquebrantable complicidad de los seguidores. A pesar de los cambios de cadena, de idioma, de horario. Gente que roba horas al sueño, para reír antes de dormir. Siempre, siempre estaré agradecido.



Las ventas es lo de menos, o que los medios no nos presten atención. No trabajamos para los medios, lo hacemos para la gente de verdad. Y eso es lo que vale. Por eso me marché a casa tranquilo. Con la sensación de que fue un sueño. Un dulce, intenso y afortunado sueño. Gracias un año más.

Sant Jordi 2010
(Foto: Mia Font)

Cosas que han pasado últimamente

Martes, 6 de abril de 2010

De tanto comunicarme por Twitter, dejo de lado este weblog. Pobrecito. He estado en Egipto de vacaciones, he respirado (como he podido) el aire de El Cairo, he alucinado con su tráfico, he visto peces de colores, me he reído, he estado cerca de los iconos, de las pirámides. Hemos huído de la Semana Santa. La iglesia no sabe ni quiere afrontar sus problemas de pederastia, pero los tiempos han cambiado y en la sociedad de la información y las personas que piensan, el silencio escuece y duele. Como el del PP al que le crecen los Gürtel por todos lados. Los políticos deben dar la cara, reconocer sus errores y eliminar la sensación creciente de que están solo para conservar el chiringuito. No todos son así, pero la sospecha y las excusas empañan hace mucho (demasiado) tiempo este oficio.

Ya van tarde. Llegó el apagón analógico. ¿Y ahora qué? ¿Invertirán las televisiones en más programas, o nos coserán a repeticiones sin sentido? Soy pesimista y espero equivocarme.

Ha vuelto BFN. Ahí estamos a gusto. Recibimos toneladas de apoyo. Muchas gracias. Un amigo me dice «tú descrispas en esta España seca y dura». Me lo tomo como un elogio. Llega el buen tiempo. Cuando no te gusta lo que ves, puedes irte a dar un paseo, los días son más largos. Menos mal. Se acerca Sant Jordi. El viernes me voy a Madrid a presentar el nuevo libro de monólogos. Me preguntarán por mi pronóstico para el Madrid-Barça. Lo diré el sábado una hora antes. Seguramente me equivocaré.

P.D.: Encontré un alien en una piscina. No le di más importancia.

Cosas que han pasado últimamente

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