Desde siempre (que yo recuerde), he sido un fan de Juan José Millás. Me parece uno de los escritores más originales, uno de los columnistas más sinceros y directos, uno de los periodistas más honestos y un colaborador brillante de radio. Lo creo sinceramente y no pierdo ocasión de proclamarlo.
De repente lo oigo en «La ventana» de la ser y tengo que mandarle un sms a Gemma Nierga felicitándola. ¡Es brillante y sorprende! Para mí es tan importante una cosa, como la otra. Piensen en comunicadores que les sorprendan. ¿A qué hay pocos? Pues eso. Cuando estás al lado de Millás, sientes el aire de la genialidad, de lo irrepetible y del talento. Es una sensación gratificante. Me pidió que le presentara su último libro «Laura y Julio» en Barcelona y fui con fiebre. No podía perdérmelo.
Me encanta que haya ganado el Planeta, a pesar de que cada vez creo menos en los premios. Puestos a darlos, mejor que se lo lleve un creador que no nos defraudará, que se compromete con lo que cree, que dice lo que piensa y que ha hermanado en su narrativa, la literatura y el periodismo como muy pocos lo han conseguido en lengua española. ¡Que lo disfrutes Juanjo!
En cuanto a Boris Izaguirre, reconozco que me va a costar «creerme» su novela, por el recuerdo demoledor de aquellas noches marcianas de pantalón (y calzoncillo) bajados. Pero lo voy a intentar para no quedarme instalado en el prejuicio. A mi también me encantan las frivolidades, pero enseñar el cacahuete, encima de una mesa, supera todos mis limites. Me leeré los dos libros. Los dos me caen bien. «Somos como Batman y Robin», dijó Boris ayer en el programa. Fue un momento televisivo tenerlos a los dos. Una gozada.