La primera entrevista

Viernes, 26 de octubre de 2018

He trobat aquest retall de diari. Segurament es tracta de la primera entrevista que em van fer a l'arribar de Reus a Barcelona per a fer El Terrat de ràdio, l'orígen de tot.

Recordo que era el Diari de Barcelona, ja desaparegut, i fins tot el lloc on em van fer la foto: una mena de terrat que quedava davant el despatx del director Josep Maria Martí. Jo volía semblar seriòs però en realitat faig cara com de por. Tot era nou i desconegut. Tot estava per fer.

Diari de Barcelona

El caso Santandreu

Lunes, 23 de enero de 2017

Me propongo escribir algo sobre lo que pienso acerca del paso de Rafael Santandreu que tanta polvareda ha levantado. Quizás demasiada. También quiero aclarar, si es que hace falta, algunos detalles de aquella noche, los motivos por los que le invitamos y mis conclusiones, siempre personales, sobre el tema.

Fui yo el que pedí a mis excelentes compañeros del equipo de producción de invitados, traer a Santandreu. Me parecía interesante conocer al protagonista de uno de les éxitos editoriales más sonados de los últimos tiempos. Unos días antes, me enseñaron la famosa entrevista escrita y contestada por él mismo. Aquello me pareció alucinante e inédito para mi, como ya dije en antena. Y llegó el día. Mi equipo le comentó antes de empezar que yo iba a mostrar la entrevista escrita (fue idea mía) y yo mismo le dije que me planteaba una conversación con un buen debate sobre el tema de fondo: el mundo de la autoayuda. Ningún problema. Santandreu venía a favor y eso es de agradecer. Y así lo hicimos. Por lo tanto, no se puede hablar de una escenificación pactada, ni de un sketch. Lo que se hizo es no esconder ninguna de nuestras intenciones al invitado (siempre lo hacemos así) y explicarle las bases sobre las que íbamos a hablar ante el público. Luego, efectivamente, había que conversar y ver como evolucionaba la charla. Nadie sabe cómo saldrá una entrevista y eso es, precisamente, una de sus grandezas.

La charla, según mi punto de vista, fue muy sincera y honesta. Los dos dijimos lo que pensamos. Mostré la entrevista escrita sí, y él pudo explicar por qué lo hizo, desgranar sus ideas y convencer o no hacerlo, a todos los que le vieron. Tuvo tiempo y espacio para ello, algo que siempre garantizamos en el programa. Para nosotros, esto es muy importante.

Personalmente, cada vez discrepo más sobre este mundo de la autoayuda. Pienso que es un castillo de arena, construído sobre los miedos de la gente, la persistente inestabilidad en la que vivimos y el miedo atávico sobre el futuro. La vida es jodida, lo sabemos, y a veces nos bloqueamos y buscamos argumentos e ideas que nos arrojen algo de luz. Es comprensible, no sé si recomendable. Pero debo decir que cuanto más mayor me hago, más escéptico me vuelvo. Creo que una buena charla con amigos de verdad, te da mucha claves para vivir. Creo que una buena peli, un buen libro, un ensayo, una novela, un poema, una obra de teatro, un paseo con calma, abre la mente y enseña los caminos. Siempre ha sido así. Si todo eso falla, o no, siempre se puede acudir a un buen y reputado profesional. No estoy en contra de la psicología, la buena, y todas sus ventajas ampliamente contrastadas. Al contrario. Lo que me escama es ese culto a la superación a toda costa, el éxito (ese becerro de oro actual) y la busca de la felicidad, propagado por nombres-marca que suena a hueco, a reiterativo y oportunista. Creo que la mayoría de la gente piensa así y que hay un cierto hartazgo general, pero eso es solo una impresión personal.

No conozco con detalle la obra y el trabajo de Santandreu. No lo suficiente para valorar y examinar sus tesis y pensamientos. Lo que he leído no me ha convencido. Y tampoco lo hizo en la entrevista. No disipó ninguna de mis alarmas sobre el tema. Pero eso no quita que deba agradecerle su paso por el programa y la disposición que mostró. Siempre digo que un late es (o debe ser) un escaparate sobre la vida y sus protagonistas. Nuestra obligación es hacer de intermediarios para que todos se expresen. Luego, como siempre, es el espectador el juzga y saca sus conclusiones. Tú debes garantizar una condiciones honestas y favorecer el espectáculo. Eso es lo que intentamos cada noche en «Late Motiv».

¿Pero baja el IVA cultural o no?

Viernes, 20 de marzo de 2015

Ahí sigo con la duda. La semana pasada el diario ABC dedicaba una de sus contundentes portadas al tema y anunciaba: «El Gobierno bajará el IVA cultural». Cabe recordar que esta es una reclamación permanente, justificada, indispensable, algo que el sector formula constantemente. Algo vital y vergonzoso a la vez. Somos el país con el IVA cultural más caro de Europa. Quién sabe si se trata de una prueba piloto para ver hasta qué punto se puede machacar una cultura. Un experimento bizarro de aniquilación por desgaste, por asfixia. Bueno, así las cosas, el anuncio de Abc captó la atención. Otros medios se hicieron eco. Lo siguiente que sucedió fue que el Gobierno negó (con timidez, pero lo negó) tal medida. ABC insistió con su primicia: «El Gobierno busca el momento adecuado para anunciarlo». Me gustó mucho lo de «buscar un momento adecuado». Esa tarde colgué un vídeo en Twitter que me grabé yo mismo, donde se ve un pie pisando una especie de superficie lunar y una voz en off que decía: «Si baja el IVA cultural, será un pequeño paso para la cultura, pero un gran paso para la campaña electoral». Pero pasaban las horas y la medida no cogía cuerpo oficial. Por la noche decidimos llamar en directo al ABC. Lo denominamos «periodismo de investigación» y así, de paso, nos reímos un poco de las imposturas del gremio. Costó comunicar con el rotativo, pero al final contestó un señor. «Soy Buenafuente y estamos en directo. Si, por lo que sea, no quiere seguir hablando, no pasa nada». Algo así le dije. Estábamos haciendo una gamberrada, de acuerdo, pero avisando. Una broma bastante blanca, francamente. Lo he practicado en la radio toda mi vida.

Lo que vino a continuación fue un momento tenso e incluso agrio. «¿Qué quiere?». «Quiero que me confirme si se va a bajar el IVA». «Eso es lo que hemos dicho», apuntó muy seco. «Ya, pero el Gobierno no lo confirma, compañero». «¿Cómo ha dicho?». Con esta pregunta, con su pausa, me estaba recriminando que lo llamara «compañero». Lo pillé y no le faltaba razón. Yo también noté que me había precipitado. Todo se torció a partir de ahí. «Llame usted al Gobierno. Oigo risas, ¿estamos en un programa?». «Sí -le recordé-, ya se lo he dicho». Al final me colgó, no entró ni en el juego, ni en la conversación, ni en nada. Estaba en su derecho, faltaría más, pero perdió la oportunidad de ser amable. Después del sofoco, recordé que «nos hemos quedado igual, no sabemos si se baja el IVA de la cultura». Y así es. Mi modesto olfato me dice que Abc dispone de esta información, de una filtración seguramente interesada del Ejecutivo. Pero no deja de ser muy peliculero que el propio Gobierno lo desmienta. Como si les hubieran dicho: «Vosotros lo publicáis, nosotros lo desmentimos, pero es verdad. Cuando por fin se confirme, podréis decir que ya lo habíais avanzado». Algo así. O no. Hace tiempo que no entiendo el periodismo. Y cuando no entiendo algo, no me lo creo o me enfrío, me alejo de él. La prensa, últimamente, parece un juego barato de espías con intereses. Una mezcla de propaganda, de márquetin. Algunas portadas son más bien páginas de humor. Levantan más sonrisas que interés y, por supuesto, credibilidad.

«Memorias en diferido» en Interviú

Todo el mundo quiere ser «Charlie», pero…

Viernes, 23 de enero de 2015

Ya han pasado muchos días, pero la herida sigue abierta. Los despreciables asesinatos de la revista Charlie Hebdo están trayendo cola. Yo creo que ya se ha dicho todo. Lo que había que decir, lo que necesitábamos escuchar y hasta lo que no hacía falta. Cuando algo se alarga y se masifica, está condenado a la exageración, y claro, la manipulación, el uso, el abuso, las contradicciones y las imposturas tardan poco en llegar. El mismo director de Charlie (por si alguien se había olvidado del ADN cañero de la publicación) ya ha dicho que le dejen en paz y, sobre todo, que le da asco escuchar los apoyos de los que siempre le han odiado. A ver, el drama es incuestionable, la condena es racional, automática y obligada (faltaría más) pero algunas reacciones empiezan a ser cargantes. Todos esos mandatarios unidos (con Sarkozy colándose en la primera línea de la manifestación) desprendían un tufo oportunista, de obligado cumplimiento. Ahí estaba Rajoy, por ejemplo, representando un país en el que manifestarte te puede salir muy caro con la nueva ley. Todos ven la libertad de expresión en el país ajeno. Aquí, en España, quieren crujir al genial Javier Krahe por un vídeo prehistórico y casi naíf donde se cocina un Cristo. ¿Vamos a hacer algo? No sé… Cuando las proclamas se convierten en algo mainstream, dejan de parecer sinceras.
En el estadio del Barça, hace dos sábados, te daban un cartelito con el ya consabido «Je suis Charlie», mientras la publicidad omnipresente de Qatar todo lo iluminaba, todo lo pagaba. Qatar es ese país señalado por todos, pero acusado por nadie. Cuesta mucho condenar a un rico. También leo como se subastan los preciados ejemplares de Charlie, y ahí ya el morbo saca su pestilente cabeza entre el drama. Espero que al final, después del ruido, quede algo sólido en la consciencia colectiva. Algo para aprovechar, algo que nos haga ser una sociedad más sana, con la libertad más protegida. Si todo esto sirve para dignificar a los heroicos compañeros que hacen humor contracorriente, pues… mira, habrá valido la pena soportar el vendaval mediático global, cargado de matices, debates y enfoques. Pero, eso sí, aunque sea por la memoria de los desaparecidos, habría que exigir un poco de respeto, honestidad y coherencia. ¿Es mucho pedir?

El verdadero presidente de España es José Luis Gil
Hablo del actor, ese gran actor de comedia que, en efecto, es el auténtico presidente por antonomasia. Desde que ese caballero de la escena que parece haber sido pintado por el Greco debutó como presidente de la comunidad de vecinos de «Aquí no hay quien viva», no puedes imaginar a otro. Gil es más bueno que la propia serie en la que trabaja. Nos contó la otra noche que le tocó ser presidente en la vida real. Solo seis meses. «Un día, vino un pintor para unos trabajos en la escalera y tuve que atenderle. Bueno… la cara de ese hombre cuando me vio… Estaba buscando la cámara oculta por todos lados». Gil personifica a la perfección ese hombre atribulado y austero en mitad de la locura y el desconcierto. Un ser amenazado y avergonzado de lo que ve que acaba implicándose incomprensiblemente en el despropósito. «Tienes  una dignidad puteada», le dijo Berto. Y es verdad. Yo creo que estaría bien que lo pusiéramos un tiempo como presidente del Gobierno. Hasta las próximas elecciones. Total… ¿qué podemos perder? Sería un gustazo verlo codeándose con Hollande, Merkel, Cameron y todos sus colegas europeos. Ninguno de ellos es una fiesta. La serie podría llamarse: «Europa. Aquí no hay quien sobreviva».

«Memorias en diferido» en Interviú

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