Hace tiempo que vengo siguiendo a Álex Rovira y cada vez me gusta más lo que dice, como lo dice y cuando lo dice. Álex saltó a la fama como co-autor de «La buena suerte», pero su carrera es larga y trabajada. Nos habla de nosotros mismos, de como vivir (un género en auge), pero él lo hace con una verdad y una facilidad que engancha. Está dotado para esto sin duda alguna. Si pasas por una emisora y él está hablando, te quedas. Te hace pensar. Solo eso, en plena sociedad del ruido y la prisa, es admirable.

Pero Álex sigue y sigue. Ahora acaba de ganar un premio de novela, ya ha publicado su hoja de ruta para aprovechar la dichosa crisis y muchas cosas. Lo dicho: uno de los buenos.

Vale, a lo mejor me he quedado pillado de tanto jugar con el misterio. Lo digo ya, de entrada. A pesar de eso, no me digáis que no son enigmáticas estas inscripciones que encontré a la entrada de un párquing. ¿Qué nos quieren comunicar? ¿Son acaso unas claves para ponernos en contacto con los visitantes de otros planetas? ¿Y esos visitantes cómo son? ¿Llevan los pantalones caídos con el calzoncillo a la vista, comen bollycaos y usan pequeños esprays de pintura? ¡Cuántas preguntas!

Todo el mundo me felicita por los Goya. Tengo la impresión de que he ganado uno cuando, en realidad, lo que me ha tocado es una responsabilidad. Pero bueno. Algo de premio sí que tiene. El premio de poder presentar la gala a nuestra manera y pasar un buen rato con los amigos del cine español. Hace semanas que ya estamos trabajando y quedan… ¡tres meses!

De momento se agradece la complicidad de la Academia con Álex de la Iglesia al frente que, cada vez que me ve, me ata a una silla. Espero estar a la altura de lo que se espera de mí.

¡Hay que ver! Una simple peluca, adosada a una calva carnavalera y los buenos ratos que me está proporcionando. Cada vez que me la «calzo», Berto hace lo propio con su melena y sus dientes y la gente empieza a sonreír, sé perfectamente que vamos a pasar un buen rato. Eso sí que es un misterio.