Catalunya

Lunes, 2 de noviembre de 2009

Yo creo que este sarampión social que estamos pasando en Catalunya con todos los escándalos de corrupción aireados, va a resultar beneficioso. Primero cabrea comprobar (era vox populi) que unos cuantos listos han tirado de sus contactos otorgados por las urnas, para enriquecerse ilícitamente. Pero, luego, piensas que es bueno que se sepa. Que se levante la alfombra (a menudo con forma de senyera) y se desenmascare a la burguesía disfrazada de falsos salvadores de la patria. Y aquí no valen partidos, porque me temo que en todas las sedes cuecen habas y tiene que haber unos cientos de culos apretados por todas partes en estos momentos. Pues porque no hacían las cosas bien.

Las banderas, si es que tienen que existir, solo representan a la gente honrada que curra cada día, vive con lo que tiene y mantiene la codicia a ralla. La pasta. Siempre la pasta. ¿Nos damos cuenta de cómo el dinero acaba arruinándolo todo? Hasta las causas más nobles. Da la impresión de que está saliendo a flote toda la porquería generada por la burbuja inmobiliaria de marras, de aquel naufragio, estos lodos. Arribistas, alcaldes de mano larga, prohombres de la cultura con coches de lujo y demás fauna que está siendo detectada y juzgada.

Lo siento, pero no puedo estar apenado. Ya sabemos que hay más y quizás no los pillen. Pero, como dice mi madre: «las cosas mal hechas siempre están mal hechas». Una especie de maldición según la cual, si eres una mala persona, la vida te pasará factura. En Catalunya, en Alburquerque, en Costa de Marfil y en la Conchinchina.
Catalunya

Para saber lo que pasa

Jueves, 17 de septiembre de 2009

La tele no está muy bien, vale, pero la prensa tampoco. Se lo dije a una periodista vasca el martes en Madrid, cuando presentamos la programación de laSexta a los medios. Allí estábamos todos currándonoslo, viajando desde todos los puntos de España, con nuestras mejores galas y algunos chistes. Haciéndonos fotos, atendiendo a los que se interesaban. ¿Lo han visto en algún lado? Pues enhorabuena porque no es fácil. Una noticia, hoy en día, tiene que saltar una serie de obstáculos, hasta llegar a su publicación. El más importante es lo que un amigo mío llama «la nueva censura». Se trata de la propiedad de la cabecera y sus intereses audiovisuales.

Tal como se ha radicalizado el panorama, es casi imposible que el redactor pueda decidir libremente lo que va a escribir y el espacio que le va a dedicar. Los periódicos no valoran que a la gente le pueda interesar. Creen que dosificando o anulando las noticias sobre éste u otro canal, le debilitan, no colaboran a su prosperidad. También puede ser que lo hagan porque sí, porque les sale de los huevos.

Así las cosas, resulta curioso y muy sintomático que la mejor crónica de la presentación (pensando en BFN), la ofrezca la web www.elreferente.es. Eran un par de chavales con una cámara como de mentira y un trípode, que han elaborado una pieza donde salimos El Follonero, Berto y un servidor. Contamos cosas y… ¡las ponen!. Aquí dejo el enlace por si alguien está interesado. Por eso internet va a ganar la partida (a medio o corto plazo), porque es libre.

Belén Esteban es infinita

Lunes, 14 de septiembre de 2009

Belén Esteban es como las estrellas: su luz se apagó hace millones de años (si es que alguna vez la tuvo), pero sigue llegando a nosotros a través de la televisión. Yo he llegado a la conclusión de que es infinita. Ya no ella, sino aquellos que estrujan el fenómeno más barato, hinchado, vacío, vergonzoso, repetitivo y estéril que se ha visto y se verá en muchos años. Nunca creí que una chica de barrio, de vocabulario limitado y biografía de folletín de segunda, pudiera reportar tantos minutos de pantalla. El fenómeno es tan persistente y pegajoso que hasta genera algo así como una fascinación. Pero no es verdad. Es un espejismo catódico. Es pura reiteración hasta el hartazgo, con lo que, de tanto verla, piensas que puede interesarte.

A mi no me interesa lo más absoluto. Ni ella, ni su niña, ni su madre, ni el torero, ni su suegra, ni los que se autoproclaman periodistas revoloteando a su alrededor con ese supuesto aire de investigadores, ni nada que recuerde a sus ojeras o a sus gafas de soldadora. Y hablo también como cómico. Los chistes con alusiones a la madrileña despechada, van directos a la papelera por sobados y previsibles. Cada vez me gusta menos teorizar sobre la tele. Cada uno hace lo que quiere y allá cada cual con sus conciencias. Los que tengan, claro.

Aún así, las consecuencias de la desertización de contenidos interesantes a la que han sometido la tele los corrales televisados que todos conocemos, están produciendo un cambio climático que ríete tú de la capa de ozono. Tanta Belén Esteban (y otros submundos también paralelos y fétidos) en programas choriceros, está expulsando a los guionistas de la tele. Guionistas y gente con arte, ideas y ganas de comunicar. Te vienen a la productora, gente joven con aires renovadores y lo primero que les das es una máscara de gas. Por suerte, nos quedan espacios protegidos, donde nos empeñamos en hacer algo que no huela a reciclaje.

Llegará un día que vendrán a visitarnos y nos tirarán cacahuetes diciendo: «pobrecitos, ahí están con sus cositas, entrevistando a escritores, actores y músicos. ¡Míralos!». Y nosotros, desnudos, barbudos, montados en neumáticos y enarbolando plátanos de canarias, chillaremos cada vez que nos pongan una imagen de Belén en la televisión. Porque, por supuesto, al ser infinita, ella seguirá explicando sus memeces, llorando, riendo o las dos cosas a la vez. Te estoy hablando ya del año 2045.

Belén Esteban es infinita

Desenfadado

Lunes, 7 de septiembre de 2009

Estoy pensando en dejarme este look para la nueva temporada. Lo veo más «desenfadado», una palabra que siempre me ha gustado. Es un poco retro, lo sé, casi asqueroso. Pero sólo «casi». Fíjense que he sustituido mi barba por un pelazo sin orden ni control y una tradicional raya en medio. La verdad es que he tenido bastante éxito este verano. La gente me preguntaba «¿Pero tú estás bien?», como si lo hubiera estado alguna vez. Me he hecho pocas fotos porque a la mayoría les tiraba para atrás. No sé. Tengo unos días para pensarlo…
Desenfadado

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