Para saber lo que pasa

Jueves, 17 de septiembre de 2009

La tele no está muy bien, vale, pero la prensa tampoco. Se lo dije a una periodista vasca el martes en Madrid, cuando presentamos la programación de laSexta a los medios. Allí estábamos todos currándonoslo, viajando desde todos los puntos de España, con nuestras mejores galas y algunos chistes. Haciéndonos fotos, atendiendo a los que se interesaban. ¿Lo han visto en algún lado? Pues enhorabuena porque no es fácil. Una noticia, hoy en día, tiene que saltar una serie de obstáculos, hasta llegar a su publicación. El más importante es lo que un amigo mío llama «la nueva censura». Se trata de la propiedad de la cabecera y sus intereses audiovisuales.

Tal como se ha radicalizado el panorama, es casi imposible que el redactor pueda decidir libremente lo que va a escribir y el espacio que le va a dedicar. Los periódicos no valoran que a la gente le pueda interesar. Creen que dosificando o anulando las noticias sobre éste u otro canal, le debilitan, no colaboran a su prosperidad. También puede ser que lo hagan porque sí, porque les sale de los huevos.

Así las cosas, resulta curioso y muy sintomático que la mejor crónica de la presentación (pensando en BFN), la ofrezca la web www.elreferente.es. Eran un par de chavales con una cámara como de mentira y un trípode, que han elaborado una pieza donde salimos El Follonero, Berto y un servidor. Contamos cosas y… ¡las ponen!. Aquí dejo el enlace por si alguien está interesado. Por eso internet va a ganar la partida (a medio o corto plazo), porque es libre.

Se acabó el ‘tomate’

Lunes, 4 de febrero de 2008

Recuerdo que, cuando empezó el programa «Aquí hay tomate», nos caía bien a todos. Era una entrada de aire fresco en el manoseado mundo del corazón. Luego la cosa se torció porque pasaron a ser jueces y forenses de esa legión de famosetes que, en el fondo, no hacen daño a nadie. Tienen montado su negocio, van de tele en tele, salen en las revistas, se inventan polémicas, exprimen su vida privada, pero no hacen daño a nadie. Los ves venir. Puedes seguirlo o no.
InterioridadesPero el tomate se llenó de bilis y mala leche y, encima, se las dio de periodismo de investigación y hasta le entró una curiosa dignidad que los precipitó en el cabreo. A partir de ese momento empezaron a caer mal. No puedes restregarte en una ciénaga, esperando que no se manche tu ropa. Yo soy pesimista al respecto. Pienso que, tarde o temprano, aparecerá un programa similar o peor, porque es bien sabido que el ser humano involuciona, no escarmienta y se entretiene con los problemas de los demás.

Paparazzis culpables

Viernes, 5 de octubre de 2007

Salen a la luz, las últimas fotos de Diana antes de estrellar su coche en un túnel de París. Me parece denigrante que todavía, a estas alturas, se siga especulando sobre si el chófer había bebido una o dos copas. Como si no quedara claro el acoso de los paparazzis carroñeros que perseguían (como siempre) a la mujer que convirtieron en icono, que machacaron hasta la saciedad. Era una noche más de huida. Pero, en esta ocasión, acabó en tragedia.
Foto 1
Foto 3
Foto 2
La muerte de la princesa perseguida, marca el punto más alto del infraperiodismo. Hasta el parlamento de Bruselas se pronunció aquellos días al respecto, pidiendo a todos los medios de comunicación que revisarán su estilo deshumanizado y destructivo de la intimidad. Les pidió que se ciñeran a unos códigos éticos, que no todo vale por obtener una foto. Naturalmente, fue como pedirle algo a una pared. Un clamor en el desierto. La prensa no sólo evitó hacer autocrítica (nunca la hace), si no que arreció y recrudeció sus estrategias. No hay sentimientos. Sólo hay pasta. Las fortunas que pagan por las fotos y las ínfimas multas que les ponen a los que se pasan de la raya. Diana de Gales murió y no aprendimos nada. Como siempre. Y , encima, van a intentar dejar como un borracho al chófer. Peor imposible.

31 grados

Martes, 24 de julio de 2007

Dejo mi aislamiento por unas horas y paso por Barcelona, camino de Madrid. Se acerca la noticia que todos estamos esperando: la continuidad de nuestro programa en otra cadena. Ya quedan pocas horas… Mientras tanto, la ciudad se achicharra y se apaga. Pero se apaga de verdad, porque se ha ido la luz y se ha quedado a oscuras. Un pedazo de avería de esas que les gusta a los periodistas. La radio vuelve a jugar un papel importante y va informando de lo que sucede. Mejor eso, que quedarse una hora colgado al teléfono de Fecsa Endesa que , como es habitual, indica que «espera que todo se solucione en breve». Lo mismo que dijo Kofi Annan, cuando dejo la ONU. Los apagones, dejan siempre en bragas a la modernidad. De repente recordamos nuestra vulnerabilidad y empezamos a buscar velas por todos los cajones. Y ya sabemos que en los cajones, suele haber de todo menos velas.

Yo, por si acaso, me he quedado en casa toda la mañana aplatanado. Compruebo que los de el jueves ya tienen operativa la web que había sido silenciada. La portada es cojonuda: Leticia de flor y Felipe de abeja apunto de fertilizarla. Punto y final para la polémica y las ventas de la revista que, a buen seguro, se van a disparar. Dicen que hasta se subasta la portada «maldita» en el e-bay. Si quieres dar importancia a algo, prohíbelo.

Me cruzo con un tío por el paseo de Gracia que me pregunta con complicidad: ¿Qué tal el ocho? ¡El ocho! Como soy muy educado, le digo que bien, muy bien. La verdad es que me gusta el número, pero desconocía que eso era de dominio común. La ciudad es más mestiza que nunca. Barcelona ya es , en toda regla, un destino turístico de primer orden. A mi eso me gusta. Siento algo parecido al orgullo. Orgullo de ciudad. Cuando veo que un turista consulta un mapa, pienso que se siente atraído por algo que yo quiero y, eso, no deja de ser bueno. ¿Se puede querer a una ciudad? Pues sí. La ciudad como escenario silencioso. Como el decorado de nuestras vidas.

Me he comprado Rayuela de Cortázar para saborearla en las tardes sofocantes. Me he leído «Plataforma» y la verdad es que me ha decepcionado un poco. Compro papel. Hay muchas cartas por escribir y todavía más dibujos por nacer.

Lo de El Jueves y la monarquía

Domingo, 22 de julio de 2007

Seguramente se les ha ido la mano a los de EL JUEVES con la viñeta donde aparecen los Príncipes de Asturias mirando hacia Soria. Como también se le ha ido la mano al juez que ha ordenado el embargo del número así, de sopetón, dando alas al debate sobre la libertad de expresión. Embargar siempre ha sido una palabra muy fea.
Pero la cosa merece conocer algunos detalles para no banalizar el caso y quedarnos tan solo en la epidermis del asunto.

Conozco a los de El Jueves de toda la vida. Son un referente, una luz en mitad del patio de corrección política que todo lo oscurece. Así que, de entrada un respeto. Resulta que, según me cuentan, los del «Tomate» en Tele 5, ponen la portada famosa más de media hora en los monitores que quedan detrás de la mesa y celebran que ya se puede hacer humor sobre la monarquía. Lo dicen, como siempre, interesadamente, porque a ellos ya les han dado un par de collejas, en alguna de sus aproximaciones rapaces a la monarquía.

El impacto de la tele ya lo sabemos. Alguien se escandaliza en Madrid, hace un par de llamadas y salta el incendio mediático que todo lo aumenta y lo mezcla. (Perdón por mezclar el «Tomate» y El Jueves). Los de El Jueves llevan muchos años haciendo humor sobre la monarquía. Con clase, incisivos y desacomplejados. Incluso tienen un libro recopilatorio: «Tocando los borbones» y nadie se ha muerto por ello. El mundo sigue girando sobre su órbita. ¿Que ahora han resbalado? Bueno, vale, de acuerdo. Resbala el que se mueve. El que se calla y se auto-censura, nunca tiene ningún problema. Y de esos hay un montón repartidos por todos lo medios con la espalda deformada de tanta reverencia.

Las viñetas tienen sentido en el marco de una publicación de humor. En su mundo, con su trayectoria, sus lectores y una barrera que se llama «comprar» la revista. Si lo sacas de ahí y lo amplificas, el riesgo se multiplica innecesariamente.

En nuestro programa hemos hecho humor de la monarquía y seguiremos haciéndolo. ¿Por qué no? Somos cómicos, la monarquía ha sido un invento del ser humano y, por tanto, está sometida al bisturí de la broma.

Hoy he recordado una frase de Jose Corbacho: «Prefiero pedir perdón, antes que pedir permiso».